Parece que fue ayer y hace ya casi dos décadas
que los hermanos Coen comenzaron en esto del cine con una película
que llegó de tapadillo y se convirtió en una de
las grandes sorpresas de la temporada cinematográfica de
1984. Se trataba de un retorcido thriller titulado Sangre
fácil, que de golpe les colocó en primera línea
de eso que ha dado en llamarse cine independiente americano, posición
que no han abandonado desde entonces. Diecinueve años y
ocho películas después, Joel y Ethan Coen regresan
a las pantallas españolas con El hombre que nunca estuvo
allí, un thriller inspirado en las novelas de
James M. Cain y rodado en estricto blanco y negro.
De
los dos hermanos, Joel era el único que tenía claro
desde el principio que quería dedicarse a hacer películas,
motivo por el que se matriculó en la Escuela de cine de
la Universidad de Nueva York. Sin embargo, cuando se licenció
sólo encontró trabajo en películas de terror
de serie B (entre ellas la recordada Posesión infernal,
de Sam Raimi). Harto de este tipo de trabajos, Joel se asoció
con su hermano Ethan para escribir el guión de Sangre
fácil (1984), una fructífera sociedad que no
se ha disuelto desde entonces.
Sangre fácil contiene ya algunas
de las características que con el paso del tiempo han llegado
a convertirse en la marca personal de los Coen. Comenzando por
un barroquismo formal que va desde la composición de los
planos a los movimientos de cámara e incluso el montaje
(que casi siempre corre a cargo de ambos cineastas bajo el seudónimo
Roderick Jaynes). Incorpora asimismo Sangre fácil un
cierto componente surrealista y un sentido del humor cruel y retorcido,
que surge con especial intensidad en las situaciones de mayor
tensión dramática.
El
debut de los hermanos Coen en la dirección establece además
el modo de trabajo que desde entonces no han variado ni un ápice.
El guión de sus películas lo firman al alimón;
la dirección lleva el sello de Joel y la producción
de Ethan. Sin embargo, sus colaboradores explican que en realidad
durante el rodaje funcionan como unidades intercambiables, hasta
el punto de que, en tono de broma, son conocidos como "el
director bicéfalo".
Sangre fácil supuso su primera colaboración
con Frances McDormand, que desde entonces ha participado en otros
cuatro de sus proyectos incluyendo El hombre que nunca estuvo
allí. Pero Frances McDormand, esposa en la vida real
de Joel Coen, no es la única actriz que ha repetido con
ellos en más de una ocasión; por el contrario, los
Coen cuentan con un amplio número de actores fetiche que
aparecen una y otra vez en su filmografía, entre los que
destacan Steve Buscemi, John Goodman, Jon Polito, John Turturro
o Holly Hunter.
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