CC: ¿Por qué
tenía usted tantas ganas de interpretar a un psicoanalista?
¿Ha leído muchos libros de psicoanálisis?
NM: Sí, antes
de esta película, leí libros de psicoanálisis.
Pero los leí por curiosidad humana, más que por
buscar indicaciones para mi historia. Entregué el guión
a varios psicoanalistas para que lo leyeran y me dieran consejos.
Pero, naturalmente, los he tomado con las precauciones necesarias.
Además, algunos personajes de los pacientes los hemos tomado
de casos médicos que habíamos localizado en revistas
de psiquiatría y psicoanálisis, y con los que habíamos
vuelto a trabajar al redactar el guión.
CC:No
era tan fácil interpretar a su personaje en La habitación
del hijo....
NM:Sin lugar a dudas,
hace quince años lo habría escrito e interpretado
de forma diferente. Y por primera vez, en esta película,
los personajes con los que se relaciona Giovanni no son sólo
satélites suyos. Aquí aparece mi mujer Paola, mi
hijo y mi hija, que son personajes con su propia autonomía,
su propio peso. Hay, por ejemplo, una escena con la madre y su
hijo en la que yo no aparezco. Como he dicho antes, es la primera
vez que me he dejado atrapar por los sentimientos y la atmósfera
de una película. Durante el rodaje de La habitación
del hijo me impregné del dolor que quería relatar.
Es algo que nunca antes me había sucedido.
CC: En la película
aparece de nuevo la importancia del deporte: el padre hace footing;
el hijo, tenis y sumbarinismo; la hija, baloncesto...
NM: En el pequeño
tratamiento, escrito al comienzo, mi personaje practicaba no sólo
el footing. Pero eso no me convenía, era demasiado disperso.
Al final me quedé con el footing. Creo que un analista
está a diario en contacto con el dolor de los otros, necesita
momentos de soledad y silencio. Esta carrera, al principio de
la película, es una cosa alegre, él corre por los
muelles del puerto; se escucha una música de Piovani, jovial,
casi infantil. Y después, hay una segunda carrera al ponerse
el sol donde comprendemos que está replanteándose
el posible robo de su hijo en el instituto. Por último,
hay una tercera carrera, de noche, en la que Giovanni, a partir
de entonces, corre para agotarse, acabarse. Es la misma fatiga,
el mismo mareo que busca y encuentra en Luna Park.
CC:¿Cómo
explica las imágenes repentinas de recuerdos? Por ejemplo,
la fotografía que es por otro lado el toque italiano de
la película, la imagen del padre que corre con su hijo,
no aparece en la realidad, sólo en los recuerdos...
NM:No es un recuerdo:
el padre intenta volver atrás, reconstruir este domingo
imaginándose lo que habría pasado si en lugar de
ir a casa de su paciente, hubiera salido a correr con su hijo.
CC:¿Y, según
su opinión, no se habría muerto su hijo?
NM:Su hijo no estaría
muerto.
CC:Por tanto, su responsabilidad
se ve realmente comprometida...
NM:En la primera parte
de la película, dice a un paciente: "Usted siempre
se siente responsable de lo que pasa, pero en la vida no se puede
decidir todo". Al principio en el guión, aunque estas
palabras me parecían extrañas en boca de un psicoanalista
y las he suprimido, decía: "Todo se decide en gran
parte por el destino". Y eso es lo que Giovanni no termina
de aceptar: el destino, el azar. Y cuando imaginé las escenas
del niño que sale corriendo en el mercado, pensé
en Kieslowski.
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