Conviene imaginarlo montando en una vespa gris
que se conduce a paso cansino entre las estatuas de Roma. Sobre
la motocicleta, un tipo con barba y gafas de sol, que luce un
casco algo trasnochado, de gesto entre impasible y risueño,
paseando su mirada con una curiosidad en la que se puede observar
cierto desinterés. Ésa es la imagen que desde hace
ya siete años persigue a Nanni Moretti.
Moretti
nació en 1953 y su nombre está irremisiblemente
asociado a la ciudad de Roma donde se trasladó siendo aún
un niño. Creció con dos pasiones bien distintas:
el cine y el waterpolo. Durante años, el joven Moretti
se decantó por esta última, creyendo que había
encontrado su vocación definitiva cuando, en los primeros
años setenta, la selección nacional junior de Italia
le llamó para jugar un partido amistoso. Fue el momento
de dar el gran salto y debutar en la primera división italiana.
Sin embargo, su destino no lo estaba esperando en las piscinas
y, una vez que terminó sus estudios, vendió de tapadillo
la colección de sellos de su padre y con el dinero compró
una cámara Super 8. Ya por aquel entonces su nombre era
bien conocido entre las juventudes de los partidos de izquierda
que Moretti frecuentaba con cierta asiduedad.
Su primera película de cierto nombre llegaría
unos años después: Ecce Bombo (1978), un
filme en el que Nani Moretti presenta al que durante años
sería su alter ego cinematográfico Michelle Apicella,
en este caso un joven atribulado que comparte con sus amigos interminables
conversaciones en los bares, que lanza soflamas contestatarias
desde los micrófonos de una emisora local y trata de ayudar
a una amiga esquizofrénica a superar su enfermedad. Una
película plena de humanidad y humor desencantado inauguraba
la filmografía de Moretti y le valió su primera
nominación a la Palma de Oro en el festival de Cannes.
Desde ese momento, Moretti desarrolló un
cine escrito en primera persona aunque sin renunciar por ello
a sus inquietudes políticas, lo que le ha granjeado profundas
simpatías y enemistades en Italia. Allí, desde el
primer momento se catalogó su trabajo como una exploración
psicológica y nacional al tiempo, unas características
que llevarón a la prensa a proclamarlo heredero de buena
parte del cine neorrealista italiano, aunque con un acento más
puramente político que social.
|