625 líneas - 35 milímetros
El estreno de Scooby Doo 2: Desatado y Starsky y Hutch devuelven a las series de televisión el protagonismo en la cartelera
David Montero
A pesar de las voces críticas que acusan a Hollywood de repetirse a sí mismo, de falta de ideas y de plagio descarado, el negocio de la adaptación de series televisivas sigue en aúge. Si hace poco llegaba a los cines la secuela de Los Ángeles de Charlie, en apenas un par de semanas Scooby Doo 2: Desatado y, sobre todo la nueva versión cinematográfica de “Starsky y Hutch”, con Ben Stiller y Owen Wilson, devolverán a las pantallas el viejo sabor de las series de sobremesa y media tarde. Y todavía llegarán muchas más adaptaciones, entre las que se encuentran una versión cinematográfica de “El Equipo A”, otra de “El Coche Fantástico” y hasta una de “El Superhéroe Americano”, todas en fase de preproducción.
Lo cierto es que las cifras de este lucrativo negocio marean y no sólo en el extranjero. Hace exactamente tres años, en marzo de 2001, algo más de 250.000 personas se apuntaron a ver en el cine No te fallaré, adaptación de la popular serie “Compañeros”, durante su primer fin de semana de exhibición, convirtiendo al filme en uno de los más vistos del año 2001. La cinta abrió un camino en un terreno hasta ahora prácticamente inédito en nuestro país, pero que en otros lugares es moneda de cambio más que efectiva.
De hecho, Hollywood siempre ha mantenido una actitud abierta hacia los productos televisivos, que históricamente han pasado al cine con notable éxito, empezando con Marty (1955) o Doce hombres sin piedad (1957) de Sidney Lumet. En la mayor parte de las ocasiones, la adaptación de estas series de televisión suponen un reclamo para nostálgicos, dado que muchas de estas películas se realizan bastante tiempo después de la desaparición del producto televisivo original. Este fue el caso de filmes recientes como El santo (1996), Maverick (1994), Los vengadores (1998), Perdidos en el espacio (1998), Los picapiedra (1994), La familia Adams (1991), Wild Wild West (1999) o Los ángeles de Charlie (2000).
Un ejemplo distinto lo ofrecen las series de televisión que se adaptan al cine durante la época en la que éstas se encuentran en emisión o de forma inmediatamente posterior a la desaparición de las mismas. Así ocurrió con Star Trek, que ha dado un total de once películas y cuatro series. En todas ellas se respetaban las líneas argumentales de la serie de televisión original y se utilizaban a los mismos actores en los papeles principales. Ya en los años 90 también encontramos varios ejemplos de series de televisión que han sabido explotar su popularidad dando el salto de forma simultánea al mundo del cine como sucedió con la enrevesadísima "Twin Peaks" (1990-91), creada por David Lynch y Mark Frost, que dio lugar posteriormente al filme Twin Peaks. Fuego camina conmigo (1992), dirigido por el propio Lynch. Otro tanto sucede con "Expediente X" (1993, película 1998).
Más pintoresco es el mundo de las series de animación. Aquí los intercambios entre el cinematógrafo y su "hermana menor" funcionan en ambos sentidos. De hecho, Disney ha hecho un lucrativo negocio convirtiendo películas de éxito como Aladdin o El Rey León en series televisivas. Al tiempo, películas como Scooby Doo, que recaudó más de 150 millones de dólares sólo en EEUU contemplan hoy día la posibilidad de convertirse en sagas cinematográficas, con interminables secuelas. Pero quizás quienes estén aprovechando de forma más ventajosa estos intercambios entre cine y televisión sean los productores y directores japoneses. Productos como Pokemon o Digimon continuan en su país de origen él éxito que han tenido en la pequeña pantalla con sus interminables secuelas cinematográficas. En realidad las grandes historias japonesas, estructuradas como auténticas sagas, permiten una reexplotación constante de este tipo de productos, de forma que los beneficios se multiplican hasta el infinito. Y el negocio sigue siendo más que lucrativo.
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