Un siglo de animación
Cien años después del nacimiento de su fundador, la Disney sigue siendo el referente en el mundo de los dibujos animados
David Montero
La cultura popular de los Estados Unidos está jalonada por multitud de historias de personas que construyeron un imperio a partir de una empresa radicada en su propio garaje. Una de ellas es la que concierne a Walt Disney y su hermano Roy, quienes en 1923 fundaron en Los Angeles con apenas mil dólares el estudio que, a partir de la siguiente década, se convirtió en el principal referente en el campo de la animación a nivel mundial.
La historia de la Disney está indisolublemente unida a la del pequeño ratón que se convirtió en el emblema del estudio, Mickey Mouse. Mickey y su compañera Minnie protagonizaron en 1928 el primer dibujo animado que se proyectó con sonido sincronizado: "Steamboat Willie", que se convirtió en un éxito instantáneo. Sin embargo, el hecho que cambió la historia de la compañía fue el estreno, en 1937, de su primer largometraje de dibujos animados: Blancanieves y los siete enanitos. Esta película contenía ya muchas de las características que se convirtieron con el paso del tiempo en el sello de la Disney: la animación colorida y preciosista, el gusto por los personajes secundarios como contrapuntos cómicos, el uso de cuentos clásicos, el género musical... Una fórmula que garantizó al estudio un buen número de éxitos a lo largo de las siguientes décadas entre los que se cuentan Pinocho, Dumbo, Bambi, Cenicienta, Peter Pan, Alicia en el país de las maravillas o La dama y el vagabundo.
La muerte de Walt Disney en 1965 marcó el inicio del declive de la popularidad de las películas del estudio. A lo largo de los años 70 y 80, la estrella de la Disney poco a poco se fue apagando, con títulos prescindibles como Los aristogatos, Los rescatadores o Tod y Toby. Pero la trayectoria ascendente se recuperó con La bella y la bestia, un delicado trabajo de animación por el que el estudio de Mickey Mouse estuvo nominado por primera vez al Oscar a la mejor película. Un año después Disney volvió a dar en el blanco con Aladdin, aunque el verdadero éxito llegó de la mano de El rey león consiguió en 1994 atraer a millones de espectadores a las salas, que proporcionaron a la Disney unos ingresos de más de 770 millones de dólares, sin contar el mercado videográfico.
Tras el éxito de El rey león la Disney decidió dejar de lado los cuentos de hadas y ofrecer historias diferentes a una nueva generación de espectadores. Historias de aventuras, con referencias mitológicas y una amplia dosis de humor como Mulan, El jorobado de Notre Dame, Hércules, Tarzán o Atlantis han sido la respuesta del estudio a la competencia real primero de Warner, con Anastasia, y luego de la pujante Dreamworks han tratado de poner coto a su dominio, tanto en la animación analógica como en la digital. En este campo, no obstante, Disney ha cosechado grandes resultados con películas como las dos partes de Toy Story, Bichos o Monsters Inc.
Pero, tras una década de éxito, el gran imperio Disney comienza a dar preocupante signos de debilidad. Sus últimas propuestas no han dado el resultado que se esperaba en taquilla, hasta el punto de que ha tenido que despedir a parte de su plantilla de animadores y el estudio está en serio riesgo de pasar a manos ajenas a la familia Disney. Al mismo tiempo, la competencia es cada vez más feroz, y se ha apuntado éxitos como los de Chicken Run, La ruta hacia El Dorado y Shrek. Una tendencia que la Disney espera romper con su nuevo estreno, Hermano Oso, una fábula clásica sobre un niño indio que acaba convertido en oso. El gigante vuelve a la carga con su fórmula más clásica.
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