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Un momento de <em>Oliver Twist</em>

 Un momento de Oliver Twist

La sombra del cine

Roman Polanski regresa con una adaptación del clásico de Charles Dickens Oliver Twist

David Montero

Desde que era un niño, el cine acompaña a Roman Polanski de la misma forma en la que el ángel de la guarda acompañaba a los niños católicos; sólo hay una salvedad: el cine que sigue a Polanski muestra a veces su cara buena y en otras ocasiones se transforma en una sombra fantasmagórica, en un abismo cercano que da miedo mirar.

Durante su infancia, Roman Polanski tuvo pocas posibilidades de conocer el cine. Sus padres, judíos de Polonia, escaparon a Francia un par de años antes de la invasión alemana, esquivando sólo temporalmente la tragedia, ya que más tarde fueron capturados, junto a su hijo, y deportados a campos de concentración. Tras la guerra, Polanski descubrió que su madre había muerto, pero que su padre aún seguía vivo. Dotado de un sentido práctico, él quería que su hijo acudiese a la escuela de técnicas aplicadas y se convirtiese en ingeniero, pero Roman ya había decidido algo distinto e ingresó a la escuela de cine de Lodz, para convertirse en realizador. Allí entro en contacto con realizadores polacos como Andrzej Wajda y comenzó a rodar sus primeros cortometrajes con títulos como "Dos hombres y un guardarropa", "El gordo y the Lean' and 'Mammals'. Pero Polanski comenzó a destacar con su primer largometraje, rodado cuando tenía 29 años. Se trata de Un cuchillo en el agua, un largometraje que puso de relieve su gusto por el humor negro y por el desequilibrio en las relaciones humanas.

El éxito en Polonia de Un cuchillo en el agua le permitió abandonar su país natal y marchar al Reino Unido para rodar sus próximas películas: la primer de ellas, Repulsión, protagonizada por Catherine Deneuve, supuso un hito en el ámbito del thriller psicológico y fue galardonada con el Oso de Plata en el Festival de Berlín. Al mismo tiempo, el éxito de Repulsion, propagó la fama morbosa, de cierta perversión, que acompañaría a Polanski durante toda su vida, determinando también buena parte de su cine que acechaba en su cabeza. En Estados Unidos, la fama de Polanski no iba a cambiar, en especial, desde que se decidió a filmar La semilla del Diablo (1968), una oscura historia de terror, donde, por primera vez, el realizador se decidía a explotar uno de los recursos habituales de su cine posterior: el diablo y sus artes. Sin embargo, el cine, que tanto le había dado, decidió cobrarse su parte del trato, atravesando la fina línea que separa la realidad de la ficción y convirtiendo su vida en una pesadilla. Meses después del estreno de La semilla del Diablo, el perturbado Charles Manson asesinó a la mujer de Polanski, la joven actriz Sharon Tate, embarazada del primer hijo de la pareja, en un ritual demoníaco y brutal.

A partir de ese momento, la presión de Hollywood se hizo insoportable y él mismo decidió marcharse a Italia, huyendo de los rumores que le acusaban de ser el principal responsable de la muerte de su esposa. Regresaría dos años más tarde para rodar una de las cumbres de su cine: el clásico del cine negro Chinatown. La película fue una sorpresa para todos los fans del realizador, ya que suponía un cambio radical en los presupuestos de su cine. Polanski había cambiado el morbo, la perversión y el desequilibrio por una historia igualmente oscura, pero férreamente determinada por las reglas del género. Chinatown obtuvo once nominaciones a los Oscar, aunque finalmente sólo ganó una estatuilla al mejor guión adaptado, y se mantuvo en lo más alto de la taquilla durante un buen número de semanas. No pasaría mucho tiempo antes de que el escándalo ajustase cuentas con Polanski una vez más, en esta ocasión a través de una acusación de pederastia. De inmediato, el director hizo las maletas y cambió Hollywood por París, bajo la amenaza de ser inmediatamente arrestado la próxima vez que pisase Norteamérica.

En Europa, Roman Polanski ha disfrutado de 25 años de tranquilidad, en los que ha dado rienda suelta a su imaginación en diferentes filmes de género. Su primer gran éxito fue Tess, con la joven Nastassja Kinski como protagonista. La película obtuvo una importante repercusión, procurando a Polanski una nueva nominación al Oscar. Después llegarían películas como Frenético, thriller político con Harrison Ford; Lunas de hiel, con su nueva esposa Emanuelle Segnier como musa erótica; La Muerte y la Doncella, con Ben Kingsley y Sigourney Weaver o La Novena Puerta, con Johny Depp. Sin embargo, su gran éxito europeo ha sido sin duda su mirada sobre el holocausto judío que vivió en su infancia en El Pianista. "Deseaba recrear los recuerdos de mi infancia pero sin llegar a involucrarme personalmente", afirmó en Cannes donde ganó una Palma de Oro a la que seguirían varios Oscars, entre ellos el de mejor director para el propio Polanski, un galardón que no pudo ir a recoger.

Ahora, también quizás sin querer mirar directamente, el director polaco parece regresar a las dificultades de su infancia a través de Oliver Twist, adaptación del clásico de Dickens con la que Polanski se enfrenta a uno de sus mayores retos de producción. Lo que es seguro es que quizás ahora Polanski mira ahora con más respeto a la sombra amenazante que le acompaña, temiendo de ella el zarpazo definitivo o el inesperado regalo de la felicidad. En definitiva, nadie sabe lo que le depara el futuro.

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