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Orlando Bloom en <em>El Reino de los Cielos</em>

 Orlando Bloom en El Reino de los Cielos

Arriba y Abajo

El veterano realizador británico Ridley Scott recupera el tono épico con El Reino de los Cielos, un drama ambientado en las cruzadas

David Montero

Sin duda la carrera del realizador británico Ridley Scott puede evaluarse a partir de tres o cuatro decisiones muy concretas, elecciones que le han proporcionado por igual sonoros triunfos y estrepitosos fracasos. La primera de estas encrucijadas apareció en su camino en el año 1978, ya que la 20th Century Fox buscaba director novel para una película sobre extraterrestres asesinos que acaban poco a poco con la tripulación de una nave comercial interplanetaria. Cuando Scott aceptó filmar Alien, el octavo pasajero puso definitivamente la primera piedra de una trayectoria marcada por los altibajos. En Alien, Ridley Scott expuso los presupuestos básicos de lo que sería su primer cine: exquisitez visual puesta al servicio de una historia imaginativa.

El éxito de Alien trajo a la mesa del realizador británico muchos proyectos similiares. A pesar de que Scott declaró en varias ocasiones que no pretendía repetir con la temática y el género, cuando vio la oportunidad de llevar a la pantalla el relato de Phillip K. Dick "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" no lo dudó, aunque las cosas ahora serían muy distintas. En Blade Runner, Scott se implicó por primera vez en la toma de decisiones como productor y eligió personalmente a los actores, las localizaciones y la ambientación. Sin embargo, esto no fue suficiente para evitar la polémica y, llegada la hora del montaje final, el director y el resto de productores diferían ampliamente sobre cómo debía finalizar el filme. Al final se impuso la opinión del grueso de los productores, y Ridley Scott tuvo que esperar para lanzar su montaje hasta el año 1993.

Pero las aguas iban a cambiar definitivamente de rumbo con su próxima película, marcando el primero de dos largos periodos de sequía cinematográfica. Sin abandonar el cine fantástico, Scott cambió de registro llevando a la pantalla la abigarrada mitología de Legend, un mundo mágico de unicornios y héroes del que salió bastante trastabillado. Su reincorporación a la primera línea comenzó a gestarse en 1989 con Black Rain, un thriller policial situado en Japón para el que contó con Michael Douglas y con el que regresó el sello Scott, ahora más diluido en un cine digerible, sin muchas pretensiónes, que buscaba descaradamente al gran público. Pero el éxito que le colocaría de nuevo en lo más alto llegaría en 1991 con Thelma y Louise, la historia de dos mujeres acosadas por la vida que deciden de una vez tomar la sartén por el mango. La película obtuvo un impresionante éxito, que se vio ratificado con cinco nominaciones a los Oscars, incluida la de mejor director por primera vez para Ridley Scott.

Sin embargo, cuando el terreno parecía mejor abonado para un triunfo sencillo, llegó el fracaso más estrepitoso. En 1992, Hollywood rindió su pequeño homenaje al quinto centenario del descubrimiento de América con la realización de 1492: la conquista del paraíso, un filme megalítico, plagado de estrellas, al frente de las cuales estaba Ridley Scott. Los escasos ingresos por taquilla y el poco interés que despertó la película supusieron un varapalo fuerte para su director que empleó los años siguientes en tareas de producción y dirigiendo proyectos de poco calado como La teniente O´Neill o Tormenta Blanca.

El último giro en la desigual carrera de Ridley Scott llegaría en el nuevo siglo, cuando decidió hacerse cargo de un complejo proyecto que pretendía insuflar nueva vida a un género olvidado: el cine de romanos. Con Gladiador Scott cosechó un éxito como nunca antes había conocido. Doce nominaciones al Oscar, cinco estatuillas ganadas, entre ellas la de mejor película, y un sinfín de admiradores que devolvieron de forma inmediata a Scott la fama perdida. Además, el triunfo de Gladiador permitió asimismo al realizador hacerse con uno de los filmes más esperados de los últimos años, la secuela de El silencio de los corderos, Hannibal, un filme de amplia repercusión, aunque denostado por la crítica.

Desde entonces la carrera de Ridley Scott se ha vuelto algo más silenciosa con éxitos más selectos como Black Hawk Derribado o Matchstick Men. Su última apuesta, El Reino de los Cielos sin embargo nos devuelve al Ridley Scott más épico. Protagonizada por Orlando Bloom y ambientada en las cruzadas religiosas del siglo doce. Ya sea un gran éxito o un sonoro fracaso Ridley Scott estará preparado para ello.

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