Un cineasta polemico
El controvertido Neil LaBute estrena en nuestro pais Por amor al arte, una historia de amor interesado
Carlos Leal
Sin duda, la provocación es uno de los fundamentos de la obra de Neil LaBute. En ella, este mormón practicante se mueve como pez en el agua y obtiene violentas reacciones y resultados ciertamente brillantes. Así sucedió en su debut en el cine, el largometraje En compañía de hombres (1997), que le granjeó casi tantos amigos como enemigos. Mientras parte de la crítica y el público la saludó como una gran película, otros muchos la atacaron calificándola de misógina y amoral. Todo un golpe bajo para Neil LaBute, que confiesa que en realidad pretendía plantear una lección moral de profundo calado a través de la historia de dos altos ejecutivos que, tras sendos desengaños amorosos, deciden vengarse seduciendo y abandonando al mismo tiempo a una joven sorda de su oficina. Y es que, en contra de lo que sostiene la corriente religiosa a la que pertenece, LaBute defiende que se puede hacer mucho bien a través de mostrar los aspectos negativos de la sociedad.
Un planteamiento similar es el que recorre su segundo largometraje como director, Amigos & vecinos (1998). En esta ocasión, se trata de un cínico retrato de un grupo de treintaañeros, egoistas e inmaduros, que se relacionan a un nivel que supera sólo ligeramente lo sexual, se traicionan y enredan buscando únicamente satisfacer sus necesidades inmediatas.Si en En compañía de hombres el sujeto y el objeto de la broma macabra estaban bien delimitados, en Amigos & vecinos el conflicto se extiende hasta abarcar a sus seis personajes, que chocan entre sí como bolas en una mesa de billar. Como ya le ocurrió en su debut, esta película generó una importante controversia por su cinismo y su punto de vista completamente alejado de la acción y los personajes.
Tras haberse labrado una fama de director crudo y difícil, Neil LaBute soprendió a todo el mundo en el año 2000 con su siguiente trabajo en la dirección, la comedia Persiguiendo a Betty. En ella, el cineasta abandona por completo el tono polémico de sus dos películas anteriores para narrar la historia de una camarera con dificultades para diferenciar la realidad de la ficción, que viaja a Los Ángeles para conocer al protagonista de su telenovela favorita sin saber que dos matones la persiguen para asesinarla. Además de lo peregrino del guión, en cuya elaboración por primera vez LaBute no tomó parte, destaca sobre todo en Persiguiendo a Betty la dulzura con la que el director retrata a sus personajes, desde la ingenua camarera que interpreta Renée Zellwegger hasta el melancólico asesino al que da vida Morgan Freeman.
Sin embargo, se equivocaban quienes pensaron que Persiguiendo a Betty suponía un giro en la trayectoria de Neil LaBute. Ese mismo año volvía a ponerse tras las cámaras para rodar para televisión Bash, una de sus obras de teatro de juventud más amargas. El mormonismo y la violencia sirven de hilo conductor para los tres monólogos que articulan la película, interpretados por Calista Flockhart, Paul Rudd y Ron Eldard. Después le tocó el turno al drama romántico Posesión, en el que LaBute adapta la novela homónima de A.S. Byatt, ganadora del prestigioso premio Booker. Protagonizada por Gwyneth Paltrow y Aaron Eckhart, la película fue acogida con buenas críticas tras su estreno en Estados Unidos, pero no logró el éxito de público esperado.
Pero Neil LaBute no se detiene, y esta misma semana estrena en nuestro país la que es su quinta película en cinco años, Por amor al arte, protagonizada por Rachel Weisz (Historia de un chico) y Frederick Weller (Armaggedon). Basada en otra de sus obras de teatro, que cosechó un importante éxito en Nueva York, la película da una vuelta al punto de partida de En compañía de hombres; en esta ocasión es una mujer la que decide seducir y trasformar la vida de un hombre, como parte de su proyecto de tesis doctoral.
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