Mas allá del anillo

Tras ganar once Oscars con El Señor de los Anillos. El Retorno del Rey, Peter Jackson se sitúa en la primera línea de Hollywood

David Montero

No debe ser fácil ser Peter Jackson estos días. No debe haberlo sido a lo largo de los últimos seis años. Apenas conocido por el gran público, la vida de este neocelandés orondo y de pelo desaliñado, al que le gusta vestir pantalones cortos y camisetas oscuras, dio un giro radical en agosto de 1998 cuando definitivamente aceptó adaptar a la gran pantalla la mítica saga de J.R.R. Tolkien “El Señor de los Anillos”. Para Jackson el reto significaba muchas cosas: un presupuesto de primera fila, un buen reparto, la posibilidad de rodar la trilogía en una única sentada en Nueva Zelanda... Pero sobre todo, le daría la posibilidad de dar vida a unos personajes y a una historia que el cine había ignorado durante demasiado tiempo. “Era una oportunidad única. Recuerdo que leí el libro con 18 años y pensé: ‘¡Genial! Espero que hagan pronto la película’ Veinte años después esa película seguía sin hacerse, así que no lo dudé”.

Sus inicios fueron más oscuros y más gamberros, con películas plagadas de vísceras, sangre y humor negro. Su debut cinematográfico, Bad Taste (1987), sobre unos alienígenas que pretenden utilizar a la raza humana como carne barata para una cadena de comida rápida interestelar, la realizó en colaboración con unos amigos durante casi cuatro años y acabó convirtiéndose en un título de culto entre los amantes del cine gore. Le seguirían cintas como la carnicería de marionetas Meet the Febles (1989) o la aclamada Braindead (1992) en la que llegó a utilizar trescientos litros de sangre falsa para rodar una sola escena. Todas ellas fueron dibujando el perfil de Jackson como un director minoritario e incómodo, demasiado truculento para los canones de Hollywood y demasiado divertido para que los festivales le tomasen en serio.

Sin embargo, su próximo filme añadiría un registro inesperado a la orgía de sangre de sus primeras películas. En Criaturas celestiales (1995), escrita en colaboración con su inseparable compañera Frances Walsh, seguían estando la mayoría de elementos de una cinta de cine fantástico, pero ahora sobre el trasfondo de una historia real y humana, la de dos amigas inseparables dispuestas a que nada ni nadie irrumpa en el mundo que ellas mismas han creado. Jackson logró una nominación al Oscar (Mejor Guión Original) y el León de Plata en el Festival de Venecia, además de una larga lista de artículos periodísticos y críticas cinematográficas anunciando que el enfant terrible del cine gore finalmente había madurado.

Pero probablemente, Peter Jackson nunca se ha planteado su carrera en términos de madurez y al éxito de Criaturas celestiales le siguieron dos “placenteros” fracasos: la ignorada Forgotten Silver (1995), un irónico falso documental rodado junto a su amigo Costa Botes, y ¡Agárrame esos fantasmas! (1996), su primer intento de combinar su propio concepto del cine fantástico y el humor negro con los complicados parámetros de Hollywood. Después llegaría el anillo y los focos: tres películas, más de nueve horas de metraje, diecisiete Oscars y la fascinación del público de todo el mundo con esta historia de hobbits y orcos que ha colocado a Jackson en un lugar que probablemente él mismo nunca imaginó. Desde luego no tiene que ser fácil ser Peter Jackson estos días. A pesar de todo, el orondo director neocelandés no se asusta. Le van las cosas grandes. Lo próximo será una nueva versión de King Kong que volverá a rodar en Nueva Zelanda.

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