Quentin Tarantino: el regreso del enfant terrible
El director de Pulp Fiction estrena esta semana en Estados Unidos su último proyecto, la primera entrega del thriller Kill Bill
Carlos Leal
En la última década, pocos personajes han hacho correr tantos
ríos de tinta en Hollywood como Quentin Tarantino. Y es que a los ojos
de la prensa en ese tiempo ha pasado de enfant terrible a máximo
representante del "cine independiente americano", de director de culto
a realizador maniático y quisquilloso, envuelto en una supuesta crisis
creativa. Y todo ello con apenas tres películas como director (cuatro
si se cuenta su breve segmento en Four Rooms) y otras tres como guionista;
un bagaje un tanto escaso para una carrera cinematográfica de doce años.
Todo lo que rodea a los primeros tiempos como director de Quentin Tarantino
está envuelto en el mito: su trabajo en un videoclub de Manhattan, su
amistad con el también director Roger Avary, incluso su primer largometraje,
My Best Friend's Birthday (1987), que aunque quedó inconcluso
circula por Internet con un montaje preliminar. Un mito que él mismo
contribuyó a alimentar en sus comienzos difundiendo currículos
falsos en los que se atribuía papeles en películas tan varipintas
como El rey Lear, de Jean-Luc Goddard, o Zombie, de George
Romero.
En cualquier caso, el nombre de Quentin Tarantino comenzó a hacerse
popular en los círculos de Sundance a partir de 1991, cuando mostró
las primeras imágenes de Reservoir Dogs, interpretadas por Steve
Buscemi y él mismo. Por entonces, había vendido ya sus dos primeros
guiones, Amor a quemarropa y Asesinos natos, pero ninguno
de los dos había comenzado a rodarse. Un año después estrenaba
Reservoir Dogs en el Festival de Sundance, donde despertó el
interés de los cazatalentos de Hollywood. La película tuvo una
buena acogida entre la crítica y el público, a pesar de que su
carrera comercial se vio empañada por las acusaciones de plagio a la
película Streets of Fire, de Ringo Lam.
Su consagración internacional vendría con Pulp Fiction (1994),
que ganó la Palma de Oro en Cannes y obtuvo nominaciones a los Oscars
en todas las categorías principales, aunque finalmente fue superada por
la mediocre Forrest Gump, de Robert Zemeckis. En cualquier caso, la
película se convirtió en un gran éxito internacional e
incluso logró poner de moda el cine independiente Made in USA
en todo el mundo. Sus hilarantes diálogos y sus disparatadas situaciones
serían imitadas, citadas y parodiadas hasta la saciedad en los años
siguientes, hasta el punto de que dio lugar a una absurda comedia titulada Plump
Fiction, que en España se estrenó directamente en vídeo.
Sin embargo, sus siguientes proyectos fueron acogidos con más indiferencia.
Así sucedió con la película colectiva Four Rooms,
que Tarantino codirigió junto a Robert Rodríguez, Allison Anders
y Alexander Rockwell, así como con la road movie Abierto hasta el
amanecer, en la que ejerció de guionista y protagonista. Tampoco
corrió mejor suerte su tercer largometraje como director, Jackie
Bown (1997), que gustó a buena parte de la crítica pero decepcionó
a sus admiradores.
Ahora, después de siete años de silencio sólo interrumpido
por alguna breve aparición como actor, Tarantino estrena esta semana
en Estados Unidos la primera parte de Kill Bill, en la que vuelve a
contar con su musa de Pulp Fiction, la actriz Uma Thurman. Un regreso
muy esperado que por lo pronto ha contado con el beneplácito de la crítica,
que ha definido el filme como "la más hermosa película de
serie B jamás hecha" (Mark Caro, Chicago Tribune).
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