El
Imperio Contraataca no sólo supuso una novedad por la retirada
de Lucas de la dirección, sino que, en esta nueva entrega, el
cineasta iba a contar con la ayuda de un guionista que escribió
con él buena parte de la obra. Se trataba de Lawrence Kasdan,
de quien muchos se acordaron con nostalgia en los nuevos capítulos
de la serie. De hecho, a Lucas se le preguntó constantemente por
qué no había contado con Kasdan para La amenaza fantasma
y El ataque de los clones. "Larry está rodando sus propias
películas ahora y no hubiera tenido tiempo para hacerlo bien",
se limitó a señalar. El caso es que la primera colaboración entre
Kasdan y Lucas fue tan bien, que el realizador se decidió a contar
con él de nuevo en la tercera parte de la saga, El retorno
del Jedi.
En esta ocasión, a Lucas se le presentaron varias
novedades respecto a los anteriores rodajes, nuevos factores con
los que el cineasta no contaba. En primer lugar, tras dos entregas,
todo lo relacionado con Star Wars se había convertido ya
en material de culto, casi sacro, y esto supuso una dificultad
añadida a la hora de mantener en secreto los guiones o alejar
a los fans de los lugares donde se filmaba. En una ocasión, durante
el rodaje de una escena en Arizona, los productores, ante el previsible
asedio de cientos de seguidores, llegaron a inventarse una película
alternativa que despistara a los lugareños. Así, a lo largo de
las dos semanas que rodaron allí, todo el equipo lució camisetas
y gorras de un filme ficticio, Blue Harvest. Pero ni eso,
ni el asombroso de seguridad, pudieron evitar que algún arriesgado
sacase fotografías que se publicaron poco después.
La otra contrariedad fue tener que encontrar un
nuevo director. Kershner había dado un resultado óptimo, aunque
George Lucas quería algo distinto para la tercera entrega. Durante
mucho tiempo se especuló con el nombre de David Lynch, aunque
este acabó deshechando la idea, en sus propias palabras, porque
el filme iba a ser "un asunto de Lucas y no mío". Finalmente el
elegido fue el galés Richard Marquand, quien, al igual que Kershner,
era un semi-desconocido para la industria y que acabó manejando
un filme de 32 millones de dólares de presupuesto. A pesar de
todas las dificultades, la película fue un nuevo éxito y los fans
salieron de los cines más que satisfechos con el desenlace final.
Pero,
por supuesto, la saga no iba a quedar ahí, quedaban historias
por contar y a principios de los noventa, Lucas anunció que planeaba
rodar tres películas más, que glosarían la caída del joven Anakin
Skywalker en las garras del lado oscuro de la fuerza. Se trataba
de dar protagonismo a la historia de Darth Vader, sin duda el
personaje más admirado de la trilogía, y eso no dejó indiferente
a nadie. Sin embargo, todo acabó en una frialdad más bien generalizada
tras el estreno de La amenaza fantasma en 1999. El único
que no se desmoralizó fue Lucas, quien rápidamente se puso manos
a la obra con la intención de acabar lo antes posible el segundo
episodio, El ataque de los clones, que se estrenará en
todo el mundo esta misma semana.
Hoy día, las expectativas son diferentes:
los críticos ya han anunciado un nuevo fracaso, los fans más antiguos
acudirán a las salas con temor a una nueva decepción; por otro
lado, millones esperan con entusiasmo esta nueva entrega. En cualquier
caso, todos saldrán de las salas con algo que decir. May the force
be with ... George.
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