Fueron
sólo quince años, aunque para los que nacimos con
posterioridad a su muerte parecen muchos más, acostumbrados
como estamos a ver sus magníficas sonrisas congeladas en
la pantalla, unas imágenes sin orden cronológico que
vuelven fielmente al televisor bajo cualquier pretexto que las convierta
en materia de actualidad. Sin embargo, sólo quince años
antes de la muerte del mito cinematográfico, Norma Jean Baker,
nacida Mortensen, era una joven de 21 que se paseaba por los estudios
de Hollywood con una bolsa repleta de fotografías, buscando
contactos, advirtiendo a quien quisiese escucharla que ya tenía
cierta experiencia como modelo y que esperaba debutar pronto en
el mundo del cine.
Por aquel entonces Marilyn era joven, pero la vida
no le daba tregua y ya había borrado cualquier atisbo de
inocencia en su rostro. Su infancia estuvo marcada por el abandono
de su padre que, al descubrir el embarazo de la madre de Norma,
escapó a San Francisco, dejando a su mujer y a su futura
hija en Los Ángeles. Después, vino un largo peregrinar
por orfanatos e instituciones de caridad; su madre Gladys, mentalmente
desequilibrada y sin ningún tipo de apoyo familiar, sólo
había logrado ocuparse de ella durante unos pocos años.
Marilyn abandonó los orfanatos a los 16 para casarse con
James Dougherty, obrero en una planta aeronáutica, del
que se divorció cuatro años más tarde, cuando
ella contaba sólo 20.
Su debut en una película, como extra, se
produjo en el año 1947, en el filme The shocking Miss
Pilgrim; algo después, y tras muchos ruegos, lograría
aparecer montada en una canoa en la desconocida Scudda Hoo!,
Scudda Hay! Su auténtica oportunidad llegó de
la mano de los estudios Columbia que la escogieron para que apareciese
en Las chicas del coro (1948), donde Norma se hizo cargo
de un par de números musicales. A partir de ahí,
las cosas comenzaron a rodar de forma imparable, con pequeños
papeles en producciones de importancia como La Jungla de Asfalto
(1950) de John Huston y, sobre todo, en Eva al desnudo
de Joseph L. Mankiewicz. Era la primera vez que el público
la veía interpretando el personaje de rubia tonta que posteriormente
la haría famosa.
Marilyn se lanza a la fama de forma definitiva
en 1953. En ese año, su participación en la comedia
de los hermanos Marx, Monkey Business, esta vez de auténtica
rubia platino, la catapultó a varios papeles protagonistas;
primero en el musical Los caballeros las prefieren rubias
de Howard Hawks y, posteriormente en el thriller Niagara
junto a Joseph Cotten.
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