Fue sólo la primera piedra. El éxito
de Poitier se iría cimentando en los años siguientes,
con su participación en películas como Red Ball
Express (1952) o Edge of the City (1957) donde interpretaba
a un trabajador de los muelles honrado y de buen corazón.
El filme que le daría fama definitiva llegaría tan
sólo un año más tarde, junto a Tony Curtis
en la película de Stanley Kramer The Defiant Ones.
Poitier interpretaba a Noah Cullen, un presidiario que se da a
la fuga encadenado a un recluso blanco con el que comparte un
odio enconado que se irá transformando poco a poco en respeto.
El papel le valió su primera nominación al Oscar,
la primera para un actor afroamericano en un papel principal.
Sin
embargo, la estatuilla tuvo que esperar cinco años, hasta
1963, cuando el papel del albañil Homer Smith en el drama
Los lírios del campo le proporcionó el que
durante casi cuarenta años sería el único
premio de la Academía para un actor de color en la categoría
de mejor actor. Desde entonces, Poitier se centró en la
elección de sus papeles. Su objetivo era promocionar la
labor de los negros en el mundo del espectaculo, convirtiéndose
él mismo en un referente social en el que la sociedad pudiese
reconocer a un nuevo hombre de color, preparado y responsable.
De hecho, su actitud tranquila pero inquebrantable fue el motivo
de crueles críticas por parte de grupos más radicales
que le acusaron en numerosas ocasiones de "negro tío
Tom" o "actor para blancos".
Curiosamente, sus tres películas más
famosas llegaron en el año 1967: Adivina quién
viene esta noche de Stanley Kramer, Rebelión en
las aulas y En el calor de la noche de Norman Jewison,
un filme del que se llevarían a cabo varias secuelas en
años posteriores. En las tres, Poitier interpretaba exactamente
el modelo humano que había estado buscando y todas fueron
grandes éxitos de taquilla que le elevaron a la categoría
de superestrella, convirtiéndole en uno de los actores
más famosos del momento.
A partir de ese momento, el actor se fue alejando
progresivamente de las pantallas, explorando nuevos terrenos como
la dirección y trabajando de forma más activas en
múltiples causas sociales relacionadas con la discriminación
racial. Su experiencia como director se reduce a varias películas,
claramente enfocadas hacia el público afroamericano. Entre
ellas se cuentan éxitos como la comedia Stir Crazy
(1980), con la pareja formada por Gene Wilder y Richard Pryor
como principal valedora, o el rotundo fracaso Ghost Dad
(1990), vano intento de trasladar la popularidad de Bill Cosby
al cine. Su retirada definitiva de la gran pantalla se produjo
en 1996, con la secuela de una de sus películas más
famosas, Rebelión en las aulas.
Pero,
sin duda, más que por la suma de títulos que componen
su larga carrera, Sidney Poitier será recordado por el
camino que ha abierto para los actores afroamericanos en una industria
que siempre les ha sido esquiva. El propio Denzel Washington lo
afirmaba al recoger su Oscar como mejor actor poco después
de que le hubiese hecho entrega a Poitier del suyo a toda una
carrera. "Llevo 40 años siguiendo los pasos de Sidney y por
fin esta noche me han dado el mismo premio que a él. Siempre seguiré
tus pasos". Lo dicho: un ídolo.
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