Texto: David Montero
Fotos: Archivo


 

 

La sonrisa del tiburón

Con su nominación por A propósito de Schmidt, Jack Nicholson se ha convertido en el actor más nominado a los Oscars de Hollywood

Sin embargo, a medida que su vida profesional evolucionaba hacia el estrellato definitivo, su intimidad se precipitaba hacia el abismo de una triste historia. Mientras rodaba La Fortuna (1975), bajo las órdenes de su buen amigo Mike Nichols, un reportero de su ciudad natal hacía público un secreto familiar que el propio Nicholson desconocía: su madre, la que siempre había creído que era su madre, era en realidad su abuela, mientras que June, su hermana mayor, era su auténtica madre quien, asustada ante un embarazo adolescente había decidido ocultar su origen al actor. Ambas se habían llevado el secreto a la tumba algunos años antes y, tras conocerse la noticia, Jack se quedó sólo con el peso de una revelación que ninguna de las dos quiso nunca confesarle. La historia cautivó a la prensa, pero afectó profundamente al actor que decidió abrir un paréntesis en su meteórica carrera.

El ResplandorSu recuperación viene marcada por el papel de Jack Torrance en El Resplandor (1980) de Stanley Kubrick. Su interpretación de un psicópata mentalmente desequilibrado por las fuerzas ocultas de un hotel que decide asesinar a su mujer y a su hijo, un personaje a medio camino entre la locura y el sadismo descarnado, cautivó a los espectadores y devolvió a Nicholson a la primera línea de Hollywood, una posición que posteriormente fue reforzando con cintas como Rojos (1981) o El honor de los Prizzi (1985) (ambas con nominación al Oscar incluida) y, sobre todo, La fuerza del cariño (1983), gracias a la cual gano su segunda estatuilla.

A partir de los últimos años ochenta, sus apariciones han sido más esporádicas, con papeles muy escogidos que le han permitido seguir en forma una vez superada la barrera de la madurez. Desde ese momento, Nicholson ha alternado comedias (Las brujas de Eastwick), filmes de género fantástico (Batman), dramas (Tallo de hierro) o alegatos antibelicistas (Algunos hombres buenos), buscando como siempre escapar al temido encasillamiento. Su tercer Oscar llegó gracias al loco y enamorado Melvin Udall de Mejor imposible (1997), un papel inicialmente pensado para John Travolta y que Nicholson convirtió en una reivindicación de las posibilidades de los actores que han superado los sesenta.

Nicholson en A propósito de SchmidtY en eso sigue empeñado en su última apuesta, A propósito de Schmidt, un drama sobre el envejecimiento y la derrota con el que Nicholson se ha convertido en el actor con mayor número de nominaciones a los Oscars. Si consiguiese la estatuilla, también pasaría a ser el actor más laureado de Hollywood, aunque para él el triunfo ya está logrado, "me lo llevo al finalizar cada película", ha declarado..

   

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