Su
debut como realizador se produjo en 1988 con el filme Sorgo
Rojo, que ese mismo año obtuvo el Oso de Oro a la mejor
película en el Festival de Berlín, proporcionándole
de forma inmediata un pasaporte para traspasar las pesadas fronteras
de China y asentarse como un habitual en los certámenes
de occidente. Fue precisamente la rápida ascensión
de Yimou como realizador prestigioso de cara e Europa y EEUU lo
que impidió al régimen comunista controlar de forma
plena la carga ideológica de su cine a través de
un férreo sistema de censura que el autor ha debido burlar
en varias ocasiones.
Después de Sorgo Rojo vendrían
dos títulos importantes en su filmografía: Semilla
de Crisantemo y La Linterna Roja, con la que obtendría
su primera, y hasta el momento única, nominación
al Oscar. Aquí Yimou detiene la cámara que había
movido de forma tan libre hasta la fecha para contar la historia
de Songlian, una joven de diecinueve años que es vendida
a un poderoso terrateniente rural con tres esposas. Una reflexión
acerca de la falta de libertad, rodada en distintas gradaciones
de rojo y que pone de relieve la capacidad del realizador chino
para evocar espacios líricos, dotados incluso de un cierto
manierismo.
Ésta es la línea que el cineasta
seguiría explorando en sus próximas películas
Qui Ju, una mujer china; Vivir y La joya de Shangai,
revisiones minuciosas con base en la China tradicional que, en
ocasiones, abarcan un periodo de tiempo superior a 30 años.
El cambio llegó en 1997 con la comedia Keep Cool,
una filme ligero, que refleja por primera vez un sentido del humor
a medio camino entre el realismo mágico y la ironía
macabra del cine negro norteamericano; todo ello con la cámara
girando libremente, paseando sin pudor entre los personajes.
Pero, sin duda, Zhang Yimou ha alcanzado sus mayores
cotas cinematográficas en sus dos últimos filmes:
Ni uno menos y El camino a casa, ambos rodados en
el año 1999 y ya sin el referente de Gong Li. En el primero
de ellos, el cineasta bucea en sus recuerdos de los espacios rurales
en la China de la Revolución Cultural de 1966 para extraer
una película interpretada por actores no profesionales
sobre una niña que actúa como profesora sustituta
en una aldea de campesinos. Mucho más estilizada es El
camino a casa, un película que ha sido calificada como
una obra de arte sobre la que el autor vierte el máximo
grado de lirismo. En estos días la Filmóteca de
Andalucía proyecta ambos títulos en un esfuerzo
por dar a conocer el cine de Zhang Yimou en nuestra comunidad.
Conviene no desaprovechar la ocasión.
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