Cuando
le sobrevino la muerte, un soleado día de mayo de 1992
en su apartamento parisino de la Avenida Montaigne, habían
pasado ya 35 años desde la última aparición
pública de Marlene Dietrich. Aquel desafortunado día
de principios de los setenta, la actriz y cantante se cayó
del escenario en plena actuación, con tan mala suerte que
acabó rompiéndose un tobillo. Todo el mundo comentaba
ya con cierta ironía la excesiva afición de Marlene
por el alcohol, aunque no era eso lo que le quitaba el sueño.
Sobre todo la preocupaba la amenaza, cada vez más cierta,
de su definitiva senectud. En efecto, Marlene rondaba ya los setenta
años y los músculos de su rostro, tan brillantemente
iluminados y tensos en la pantalla, se habían aflojado
hacía tiempo, aunque ella aún se resistía
a creerlo. Cuando finalmente se dió cuenta de su error,
decidió desaparecer sin dejar rastro, impidiendo que nadie
pudiese verla más, en un último intento de salvar
su imagen.
El día en que Marie Magdelene Dietrich von
Losch se encontró con su destino quedaba en esos momentos
muy atras, perdido entre el humo viciado del cabaret "Zwei Kravatten".
Allí la encontró Josef Von Sternberg, quien decidió
de inmediato ofrecerle el papel principal de su próxima
película El Ángel Azul, la historia de un
atormentado profesor que se consume de lujuria por una cabaretera.
Marlene ya tenía experiencia en el cine: había estudiado
en la academia del afamado Max Reinhardt y, desde hacía
varios años, trataba de destacar en el panorama cinematográfico
berlinés, donde no había pasado de interpretar personajes
secundarios en películas como Die Freudlose Gasse
de G.W. Pabst Madame Wiinscht Keine Kinder de Alexander
Korda. La llegada de Sternberg cambiaría su vida antes
incluso del estreno de El Ángel Azul. El director
había presentado un primer borrador de la película
a la Paramount, que buscaba desesperadamente un contrapunto al
éxito de Greta Garbo. La elegida fue Marlene.
El
duo Sternberg-Dietrich logró en apenas cinco años
en Hollywood modelar un icono que sería recordado como
uno de los mitos sexuales más rotundos de la historia del
celuloide. La imagen andrógina de la Dietrich, cuidadosamente
estudiada hasta en sus detalles más mínimos, la
catapultó a un estrellato vertiginoso, ratificado más
tarde por el éxito de películas como Marruecos,
con Gary Cooper, La venus rubia o El diablo es una mujer.
"Sternberg era mi amo, mi entrenador, quien tiraba de mi
cuerda", llegaría a afirmar Marlene en los años setenta.
Lo cierto es que el realizador la moldeó hasta límites
insospechados, trabajando duramente una imagen de mujer fatal
que la acompañaría hasta sus últimos días.
La sonada ruptura entre el director y la actriz
llegó en 1936 cuando Marlene comenzó a rodar la
comedia romántica Desire con Ernst Lubitsch. Algunos
días antes de iniciar la filmación Sternberg afirmó
que había llevado a la protagonista de El Ángel
Azul hasta el límite de sus capacidades y que dudaba
mucho que ella sola consiguiese un nuevo éxito. Sin embargo,
su cambio de registro fue bien aceptado en la taquilla, aunque
fue un espejismo baldió, ya que sus próximos filmes
no funcionaron a pesar de que incluso repitió con Lubitsch
en Angel.
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