Ya en esos momentos, la vida privada de Marilyn
era de dominio público y su tempestuoso matrimonio con
la megaestrella del beisbol Joe Di Maggio, una unión que
sólo duró ocho meses, convirtió a la actriz
en la chica favorita de la prensa rosa. Corrían rumores
acerca de su desenfrenada sexualidad, sobre lo difícil
e inestable de su carácter; precisamente el tipo de historias
que encandilaban a Hollywood. Poco a poco se iba forjando el mito
que acabo por destruirla. Mientras tanto, Marilyn rodaba películas
sin descanso: cinco filmes en el año 52, tres en el 53
y dos en el año 54, todos con la Fox; un ritmo infernal
mediante el cual la actriz trataba de escapar de su difícil
vida personal.
Por
otro lado, la crítica no la trataba bien; cada vez que
una de sus películas se estrenaba, los encargados de reseñar
los éxitos de Hollywood en los periódicos la catalogaban
como una actriz exclusivamente dotada para personajes con cierta
carga erótica, sin mucho futuro en otro tipo de tareas.
Todas estas cosas le afectaron de forma profunda, por lo que en
1955 rechazó actuar en un éxito seguro como How
to be very popular y voló a Nueva York para tomar clases
con Lee Strasburg en el famoso Actor´s Studio, tratando
de huir del estereotipo que la meca del cine le había asignado.
En la gran manzana conoció al autor teatral
Arthur Miller con quien se casaría pocos meses después.
Monroe ya había decidido no renovar su contrato con la
Fox, pensando que ésta sería una garantía
para afrontar nuevos retos más serios; sin embargo, sus
maltrechas cuentas no se lo permitieron y, tras una dura negociación,
la actriz logró incluir una clausula en la que se especificaba
que ella elegiría los directores con los que iba a trabajar
desde ese momento.
Y no se equivoco. Marilyn Monroe repitió
con Billy Wilder en Con faldas y a lo loco y con John Huston
en The Misfits; además, se embarcó en aventuras
complicadas como El príncipe y la cabaretera de
Lawrence Olivier o el filme de George Cukor Let´s Make
Love. Sin embargo, la vida, que siempre se apresuró
con ella, no le permitió convertirse en la actriz que soñaba
ser y el cinco de agosto de 1962 su criada la encontró
desnuda, muerta en su cama junto a un frasco abierto de tranquilizantes.
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