La
cultura popular de los Estados Unidos está jalonada por
multitud de historias de personas que construyeron un imperio
a partir de una empresa radicada en su propio garaje. Una de ellas
es la que concierne a Walt Disney y su hermano Roy, quienes en
1923 fundaron en Los Angeles con apenas mil dólares el
estudio que, a partir de la siguiente década, se convirtió
en el principal referente en el campo de la animación a
nivel mundial.
La historia de la Disney está indisolublemente
unida a la del pequeño ratón que se convirtió
en el emblema del estudio, Mickey Mouse. Mickey y su compañera
Minnie protagonizaron en 1928 el primer dibujo animado que se
proyectó con sonido sincronizado: "Steamboat Willie",
que se convirtió en un éxito instantáneo.
A lo largo de la década siguiente, Mickey
protagonizó una docena de cortos, en los que se introdujeron
otros personajes como Goofy, Pluto o el pato Donald. Sin embargo,
el hecho que cambió la historia de la compañía
fue el estreno, en 1937, de su primer largometraje de dibujos
animados: Blancanieves y los siete enanitos.
Esta película contenía ya muchas
de las características que se convirtieron con el paso
del tiempo en el sello de la Disney: la animación colorida
y preciosista, el gusto por los personajes secundarios como contrapuntos
cómicos, el uso de cuentos clásicos, el género
musical... Una fórmula que garantizó al estudio
un buen número de éxitos a lo largo de las siguientes
décadas.
Ya
en los 40 llegaron tres de los mayores éxitos del estudio:
Pinocho, Dumbo y Bambi. La década
siguiente también fue propicia para la Disney, con clásicos
como Cenicienta, Peter Pan, Alicia en el país
de las maravillas o La dama y el vagabundo. Al mismo
tiempo, poco a poco el estudio se fue introduciendo en el campo
de las películas de acción real, una línea
que le proporcionaría su mayor éxito en 1964 con
Mary Poppins.
La muerte de Walt Disney en 1965 marcó
el inicio del declive de la popularidad de las películas
del estudio. A lo largo de los años 70 y 80, la estrella
de la Disney poco a poco se fue apagando, con títulos prescindibles
como Los aristogatos, Los rescatadores o Tod
y Toby. De hecho, en esos años los mayores éxitos
del estudio provinieron de la reedición de algunos de sus
títulos clásicos (Bambi, Blancanieves
y los siete enanitos). Sin embargo, la década se cerró
con el gran éxito de La sirenita, preludio del aluvión
de triunfos que marcó su trayectoria en los 90.
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