Texto: David Montero
Fotos: Archivo

 


 

 



El genio inescrutable

Perseguido por las deudas, en un estado de salud precario, Marlon Brando reaparece junto a Robert de Niro en la comedia The Score

Marlon Brando en una escena de El último tango en ParísKioto, 1956; Marlon Brando vive desde hace un par de meses en un lujoso hotel de la tranquila ciudad de Kyoto, en Japón. Allí rueda a las órdenes de Joshua Logan el filme Sayonara, por el que obtendría una nominación al Oscar. Tras la negociación con la Warner, las condiciones para él son magníficas, ya que el estudio ha accedido a todas sus pretensiones económicas. Además, Brando afronta el proyecto con entusiasmo: pretende escribir su primer guión durante el rodaje y está dispuesto a aprovechar la oportunidad para estudiar tenazmente la cultura y la filosofía nipona. En esas condiciones espera hallarlo uno de los cronistas más certeros de nuestro tiempo, el periodista y escritor norteamericano Truman Capote con el que Brando había concertado un reportaje. Sin embargo, en los días previos a este encuentro las cosas cambian; el genial actor se tambalea, ahora ataca duramente al equipo de la película, a sus compañeros. Capote lo registra todo. Meses después aparece el reportaje y Brando monta en cólera.

Truman Capote retrató a Marlon Brando como un tipo desordenado, caótico, sentimental, voluble, sibarita, filósofo, confuso, egocéntrico, solitario, misterioso, indiferente, colérico, amable, infantil, desbordado por la fama... en definitiva: un intenso enigma, una ecuación irresoluble, un hombre diáfano e inescrutable al tiempo. El intérprete de Un tranvía llamado deseo se transformaba en la fragmentación de sí mismo, revelando una personalidad compleja que escapa de los las etiquetas, positivas o negativas, con las que la industria del cine trataba de clasificarlo en esos momentos. Unas inclinaciones personales que se iban a reflejar posteriormente en una carrera cinematográfica caprichosa, discontinua y, sobre todo, genial.

Marlon Brando había nacido en Nebraska, en la primavera de 1924. Fue el más pequeño de tres hermanos y siempre se encontró muy unido a su madre, una actriz aficionada a la que el actor definió en alguna ocasión como "una criatura muy hermosa, celestial, un ser aniñado que vivía en otro mundo". Brando heredó de ella su desmedida vocación cuando, tras ser expulsado de una prestigiosa escuela militar a los dieciocho años, su padre le urgió a encontrar una profesión. Así, el el joven marchó a Nueva York, a estudiar interpretación bajo la tutela de Stella Adler, la afamada introductora del método de Stanislavsky en Estados Unidos.

El genial actor y sus timbalesEn la Gran Manzana, Brando comenzó a dar muestras de su caótica situación personal. Su casa era punto de encuentro para todos los jóvenes actores, con las puertas abiertas para aquel que quisiese entrar, todos deambulaban por allí mientras Brando tocaba los timbales con entusiasmo o dormía en una de las habitaciones interiores del apartamento. Por otro lado, su trabajo tambíen empezaba a sobresalir en el Actor´s Studio desde donde pronto dió el salto a diversas producciones de Broadway como "I remember mama" o "Truckline Café".

   

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