El
pasado 11 de septiembre, a medida que las Torres Gemelas se venían
abajo, muchos pensaron que ya habían visto esas imágenes.
La densa nube de humo que envolvió Manhattan, las continuas
explosiones, la huida atropellada y sin sentido de miles de personas
con una agonizante Nueva York de fondo eran hechos más
familiares de lo esperado y, quizás por ello, aún
más atroces. Algunos espectadores que asistían atónitos
al desastre por televisión tuvieron que cambiar varias
veces de canal para asegurarse de que no estaban viendo un telefilme
o una macabra broma de la CNN, una tomadura de pelo a la altura
de la invasión extraterrestre que ideó Orson Welles
más de cincuenta años atrás. "Era como
estar actuando en una película", afirmaba incrédula
una de las primeras supervivientes en hablar frente a las cámaras.
Desde luego, el guión era perfecto, sólo que esta
vez el sórdido horror se había escapado de las salas
de cine, impregnando la utopía de Hollywood con un sucio
olor a muerte.
Ciertamente, Hollywood es uno de los sitios hacia
los que se han vuelto más miradas tras los atentados del
11 de septiembre. En principio, todas ellas iban cargadas con
una velada acusación, como si el cine, a fuerza de repetir
imágenes apocalípticas en la pantalla, hubiese dado
ideas a los terroristas, como si el profeta fuese el responsable
de su propia predicción. Más tarde la acusación
se convirtió en presión popular, con la sociedad
americana pidiendo a la principal industria del país que
ayudase a superar el profundo trauma de tantas muertes inocentes.
Así se generó entre productores y distribuidores
una súbita conciencia social que se ha traducido en autocensura
colectiva, en la atenuación de temas en los que antes se
habían cargado las tintas hasta la saciedad: terrorismo,
violencia, explosiones, Nueva York... Por si fuera poco, los más
atrevidos sugirieron que se eliminara la silueta de las torres
de filmes míticos como Manhattan, Taxi Driver
o Enamorarse. Pero los que más sufrieron las consecuencias
del 11-S fueron las cintas aún por estrenar.
Uno
de los primeros filmes damnificados por los atentados fue Spider-Man
de Sam Raimi. La película más taquillera del año
vio retrasado su estreno debido a la supresión de una escena
del metraje definitivo. En ella Spidey capturaba el helicóptero
de unos criminales tejiendo una tela de araña entre las
dos Torres Gemelas. A pesar de la supresión, los responsables
optaron por mantener el World Trade Center en el skyline
de Nueva York y las torres pueden verse en varias escenas de la
película. "También decidimos no eliminar el
reflejo de las torres en los ojos de Spider-Man, en un momento
del filme. Mi opinión era que el World Trade Center
no debía tomar protagonismo, pero tampoco quería
actuar como si nunca hubiese existido", afirmó el
director de la película, Sam Raimi. Otros filmes que sufrieron
retoques o vieron retrasados sus estrenos por la tragedia fueron
Men in Black II, Ocean´s Eleven, Las aceras
de Nueva York, Pánico Nuclear o Daño
Colateral.
Por otro lado, algunos proyectos que ya estaban
en marcha se detuvieron en seco, a la espera del cariz que tomaban
los acontecimientos. Es lo que le ocurrió a Nosebleed
donde Jackie Chan interpretaba a un limpia-ventanas de las Torres
Gemelas que debe detener el sólo un ataque terrorista contra
la Estatua de la Libertad. Además, el actor escapó
por poco de una muerte segura, ya que el 11 de septiembre, parte
del equipo estaba citado para buscar localizaciones en las plantas
más altas del World Trade Center, una cita que afortunadamente
se anuló el día anterior.
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