Por Alejandro
del Pino
Hay
un modo de entender el cine que sin renunciar a la identidad autorial
busca ante todo desarrollar un eficaz ejercicio narrativo y visual
que atrape la atención del espectador y le impida escapar
de la ficción en la que se ha sumergido. En estos filmes,
los cinco (o seis) sentidos tienen que estar bien despiertos para
no perderse ningún detalle y poder disfrutar plenamente
de una experiencia de entretenimiento inteligente y complejo como
una partida de ajedrez o un crucigrama blanco. Al final, todas
las piezas encajan, y uno se queda satisfecho mirando con orgullo
y autoestima la obra recién acabada.
Algo
así ocurre con Los otros, el filme más brillante,
maduro y redondo de Alejandro Amenábar que ha obtenido
una excelente respuesta de crítica y público en
los Estados Unidos. Es un calculado y astuto juego fílmico
que confirma a Amenábar como el más internacional
de nuestros directores. Con menos de 30 años ha conseguido
realizar un largometraje en la todopoderosa industria cinematográfica
norteamericana, sin abandonar su estilo peronal y salir bastante
bien parado (tanto artística como profesionalmente) de
la aventura.
Utilizando
como escenario, una vieja casa fantasmal llena de rincones y puertas
en la que todo cruje y parece respirar, Amenábar demuestra
tanta intuición como oficio, e incluso supera los excesos
de sus anteriores filmes para crear una obra de estructura narrativa
fluida y trasparente, con una calculada eficacia dramática
y un lirismo tan contenido como limpio. Destaca por encima de
todo la excelente fotografía de Javier Aguirresarobe que
resuelve con maestría la tensión entre eficacia
dramática y búsqueda de misterio y lirismo. Una
dialéctica que se materializa en el contraste entre luz
y oscuridad como constante temática y formal durante todo
la película y que nos deja algunos momentos mágicos
como la escena de Nicole Kidman (Grace Kelly reencarnada) perdida
en la niebla o imagen cenital de los niños estudiando a
la luz de una tenebrosa vela.
Con
Hitchokck y Kubrick como referentes ineludibles y similitudes
temáticas (y en cierto modo, también formales) con
la reciente El sexto sentido, Los otros es ante
todo una obra ingeniosa que engancha al espectador con una intriga
que tiene que descubrir para comprender todo lo que le van contando.
Un relato de suspense puro, elegante y sobrio, que huye de los
recursos efectistas más evidentes y de los trucos fáciles.
Los otros remite a la mejor tradición del género
y cautiva desde su desgarrada primera escena hasta su paradójicamente
luminoso final, gracias a un ritmo in crescendo y un sólido
guión de factura impecable.
No
obstante, la tercera película de Amenábar tiene
una gran limitación: se agota en sí misma y no da
libertad de elección interpretativa al espectador. Eso
le resta cierta fuerza dramática y hace que la película
resulte pulcra y fría en exceso, como un inteligente juegos
de malabares bien sostenido por estrategias promocionales, pero
que carece de la hondura necesaria para conmover, emocionar o
al menos inquietar. Una vez descubierto el misterio, y con todo
atado y bien atado, la película pierde gran parte de su
interés y se percibe la rígidez argumental que ha
hecho posible mantener el suspense hasta el final.
Amenábar
ha elegido y dirigido con sabiduría y oficio al reducido
grupo de actores que conforman el reparto de Los otros,
encabezados por Nicole Kidman como una Grace Kelly reencarnada
pero con más amplitud de registros dramáticos. Más
alla de ese halo especial y artificioso que envuelve a las grandes
estrellas hasta convertirles en personajes casi intocables (una
de esas mixtificaciones absurdas del mundo del cine), la actiz
australiana ha realizado una de las grandes interpretaciones de
su carrera, con una brillante y matizada interpretación
que consigue dar profundidad y dramatismo a su personaje atormentado.
Destacan igualmente la veterana Fionnula Flanagan como la misteriosa
ama de llaves que todo film de supense clásico requiere,
y Alakina Mann, fantástica en su papel de hija de Grace,
el personaje más ambiguo e inquietante del film.
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