Aunque en principio pueda parecer contradictorio,
la australiana más famosa de Hollywood no nació
en la tierra de los canguros sino en Hawai y pasó su infancia
más temprana en Washington. Sin embargo, cuando tenía
tres años de edad, sus padres, un eminente médico
y una profesora de enfermería, decidieron regresar a su
Sidney natal. Nicole Kidman tardó veinte años en
volver a tierras estadounidenses; eso sí, cuando lo hizo
llegó dispuesta a convertirse en una estrella.
Para
entonces, ya había participado en más de diez películas
y telefilmes australianos. Corría 1989 cuando la actriz
ganó fama internacional interpretando a la esposa de Sam
Neill en el angustioso thriller Calma total, de Phillip
Noyce. Un año después rodó por primera vez
en Estados Unidos; se trataba de la película Días
de trueno, un convencional filme sobre carreras de coches
que, sin embargo, cambió su vida, ya que en él conoció
al que meses después se convertiría su marido, Tom
Cruise.
En todo caso, Nicole Kidman pronto demostró
que en Hollywood no quería ser sólo la esposa de
Tom Cruise, y siguió aceptando papeles en películas
como Billy Bathgate, una recuperación del género
de gángsters en la que dio la réplica a Dustin Hoffman.
Poco después repetía con su marido en Un horizonte
muy lejano, un drama épico sobre los primeros pobladores
del oeste americano.
No obstante, pese a su fama y la continuidad de
su trabajo, el público americano aún no veía
a Nicole como una estrella. En un infructuoso esfuerzo por alcanzar
esta categoría, la actriz se decidió en 1995 a aceptar
el papel de la Dra. Chase Meridian en Batman Forever, donde
seducía al hombre murciélago interpretado por Val
Kilmer.
El éxito, que tanto parecía resistírsele,
le llegó a través de sus dos siguientes películas:
Todo por un sueño y Retrato de una dama.
La primera de ellas, una comedia negrísima dirigida por
Gus Van Sant, le proporcionó un globo de oro por su papel
de una psicópata dispuesta a convertirse en una estrella
de la televisión a toda costa. Por su parte, Retrato
de una dama, un drama de época dirigido por la australiana
Jane Campion, le valió una nominación a los Oscar
y el reconocimiento unánime de la crítica.
Después de un periodo de descanso, Nicole
Kidman se dedicó en sus siguientes películas a recoger
los frutos de su éxito. Así, se convirtió
en heroína de acción en El pacificador, la
primera película del estudio Dreamworks, e hizo de bruja
junto a Sandra Bullock en Prácticamente magia.
En
esas estaba cuando recibió la llamada de Stanley Kubrick
para protagonizar junto a su marido la que sería la obra
póstuma del director británico, Eyes Wide Shut.
El complicado rodaje prácticamente les borró de
la faz de la tierra durante un año, y, aunque la película
no satisfizo las altas expectativas que había generado,
al menos la crítica destacó el buen papel de Nicole
Kidman.
Desde entonces, Nicole Kidman se cuida mucho de
seleccionar los papeles que acepta. Ahora llega a nuestras pantallas
con la última película de Alejandro
Amenábar, Los otros, un thriller de terror sobrenatural
que ha obtenido un notable éxito en Estados Unidos. Dentro
de poco podremos verla en el musical Moulin Rouge, de Baz
Luhrman, en el que demuestra sus habilidades musicales junto a
Ewan McGregor. Además, ya ha confirmado que rodará
Dogville, la nueva película de Lars Von Trier. Es evidente
que en los próximos meses esta chica va a dar mucho que
hablar.
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