Por
David Montero
Al
igual que el cine digamos... “sensual” distingue entre
erotismo y pornografía, el cine de terror actual debería
diferenciar entre películas de miedo y de sustos. En las
primeras, como ocurre en las mejores cintas eróticas, lo
principal sería evocar ambientes, jugar con el espectador,
ofreciéndole y negándole, haciéndole pasar
en definitiva un mal (o buen) rato. Por otro lado, para realizar
películas de sustos vale hasta el argumento más
insulso, siempre que en el momento adecuado se suba el volumen
de la proyección hasta el límite del infarto y se
combine la estrategia con un brusco movimiento de la cámara
o con un súbito apagón de luces...
Lo cierto es que poco más que unos cuantos
sustos prefabricados se puede esperar de En la oscuridad,
una extraña mezcla de tradiciones ancestrales, con algunas
gotas de slash, algo de ambiente psicótico y muchas,
muchas ganas de hacer dinero a costa de la repetición de
fórmulas que van desde Scream a Poltergeist.
Además, la película, dirigida por el sudafricano
Jonathan Liebesman, que actualmente prepara la tercera entrega
de Los Inmortales, ha recibido las peores críticas
en Estados Unidos desde la última aventura cinematográfica
de Madonna, acumulando de forma merecida adjetivos como “estúpida”,
“incoherente” y hasta “dolorosa”.
La ridícula trama gira en torno a la figura
del “Hada de los Dientes”, versión anglosajona
del ratoncito Pérez, que viene a recoger los dientes de
leche que los más pequeños dejan bajo la almohada
mientras duermen. Sin embargo, este hada buena, que según
la tradición utiliza los dientes para construir nuevas
estrellas, se transforma para la ocasión en una terrible
asesina enmascarada, que persigue durante años a todos
aquellos niños que logran verla mientras hace su trabajo.
Algo parecido a transformar al ratoncito Pérez en una gigantesca
rata homicida, ávida de sangre. Sin embargo, la terrible
hada tiene un punto débil: no puede exponerse a la luz,
por lo que aquellos que la han visto tratan de permanecer en un
lugar iluminado o tener siempre cerca una linterna cargada.
Tratar de enumerar los numerosos agujeros del guión,
(un auténtico queso gruyere) resulta una tarea
poco menos que agotadora. Algunos de los ejemplos más sangrantes:
¿cómo descubre el niño que el hada no resiste
la luz?, ¿por qué si puede asesinar no se dedica
a ir cargándose las luces para después ventilar
tranquilamente a sus víctimas? ¿por qué,
mediada la película, el Hada se dedica a matar personajes
que no la han visto? ¿porqué siempre acaban sobreviviendo
los mismos? etc...Y eso sin entrar en cuestiones más profundas,
como las motivaciones de los personajes, la coherencia de sus
acciones más básicas o la justificación de
los sentimientos que exhiben en pantalla.
Otros
aspectos como la dirección o la actuación de los
actores sencillamente da la media de las últimas producciones
de terror de serie B, aunque los fans del género, hasta
los menos exigentes se sentirán defraudados si esperan
encontrar la "calidad" de cintas como Sé
que hicistéis el último verano, Scream,
Veredicto final 2, aún en las carteleras, o Leyenda
Urbana. Como bien dicen todos los personajes de la película
hasta la saciedad “quédense en la luz". No entren
en la sala. Lo agradecerán.
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