Por
David Montero
A
la hora de hablar de parejas, el tópico siempre ha vendido
bien. Es una máxima que conocen de sobra los editores de
libros de autoayuda, los guionistas de teleseries para adolescentes,
los anunciantes de perfumes y, desde hace bastante tiempo, también
los productores de Hollywood. Los chicos son chicos: se juntan,
beben cerveza, juegan al póquer con los amigos y el castigo
más horrible de este mundo para ellos es perderse la final
de la NBA o verse obligados a cenar en un vegetariano. Por otro
lado las chicas van juntas al servicio, son posesivas y dependientes
y su única obsesión en la vida es encontrar al tipo
ideal, aquél con el que repasarán el sitio en el
que vivirán, los hijos que tendrán, las vacaciones
del próximo año...
Cómo perder a un chico en 10 días
(Donald Petrie, 2003) se coloca en el centro de esta espiral de
lugares comunes, dando continuación a una tendencia norteamericana
que ya anunciaban títulos como 10 razones para odiarte
(1999) o ¿En qué piensan las mujeres? (2001):
el cine Cosmopolitan o cine Vogue, un celuloide ligero y sin complicaciones,
con ciertos toques slapstick, obsesionado con la belleza de sus
protagonistas y con el lujo chic de los ambientes en los que viven
su romance. El señuelo suele ser una trama divertida y
sofisticada al tiempo, que asegure un importante número
de espectadores en las salas.
En este caso, el anzuelo es la historia de amor
entre Andie Anderson, redactora precisamente de la revista “femenina”
Composure, y Benjamin Barry, publicista de éxito. Para
ascender en sus carreras ambos han hecho una apuesta: él,
que conquistará a una chica en sólo diez días,
ganando así la cuenta comercial de un importante joyero
de Nueva York, y ella que hará la vida imposible a un chico
durante diez días, cometiendo “los típicos
errores femeninos” y contándolo más tarde
en un reportaje. Cuando ambos se encuentran en una fiesta, el
azar juega su papel y los empareja en un camino en el que los
dos tienen qué ganar y qué perder.
Sin
embargo, esta interesante premisa se tuerce a las primeras de
cambio, convirtiendo a Cómo perder a un chico en 10
días en una comedia muy previsible con gags trillados
y sin ningún tipo de aliciente más allá de
alguna sonrisa suelta y de ver a dos actores inteligentes como
Matthew McConaughey y Kate Hudson intentando salir a flote entre
los restos del naufragio. Pero él no logra dar credibilidad
a su personaje y ella se pasa de irritante, hasta un punto en
el que resulta difícil creer que entre los dos surja el
amor.
Esto, unido a la inusual duración de la
cinta (casi dos horas), convierten a Cómo perder a
un chico en 10 días en una experiencia poco recomendable
para los que no sean fans del género o amantes lectores
/ lectoras de Cosmopolitan.
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