Ficha técnica

 

 


La guerra de Hart

La sombra de Norman Jewison es alargada

Por Javier Pulido Samper

Puede que La guerra de Hart se esté promocionando como una fiel reproducción de la homónima novela de John Katzenbach , pero lo que al fin y al cabo viene a demostrar es que el culto post-moderno a Norman Jewison no conoce fin, y que sus creyentes son cada vez más beatos.

Y aunque el (melo)drama que se narra en La guerra de Hart no tenga conexión directa con el realizador, se aproxima más al remake de algunas de los filmes de Jewison que la idiotizante revisión de Rollerball perpetrada hace meses. La guerra de Hart se apropia de parte del guión (y del alma) de la película de Jewison nominada al Oscar, Soldier´s story. Ambas películas se ambientan en el auge de la escalada bélica en 1944, pero finamente acaban virando hacia el manido tema de las investigaciones sobre asesinatos racistas a lo largo de la historia militar de Norteamérica, pese a que La guerra de Hart tenga en un campo de prisioneros nazi y no en una base de entrenamiento americana.

En este aspecto (no es el único) la película de Gregory Hoblit sale bastante peor parada. Y es que su mezcla de dos subgéneros, la vida en un campo de prisioneros nazi y la trama de intrigas judiciales, se limita a ser un pastiche de la infinidad de filmes que se han realizado sobre el tema. Rodada con pereza, y sin ninguna gana de trascender, recuerda a aquellos partidos en los que los entrenadores han pactado el empate. Aunque alguna jugada te pueda deslumbrar, sabes a priori que saldrás insatisfecho del campo de juego.

La guerra de Hart pone una minúscula bandera sobre un vertedero de tópicos (mal) robados de aquí y allá, desde el clásico plan de fugas a la galería de estereotipos que pueblan los barrancones, pasando por los planísimos retratos de los militares nazis. Por lo que respecta a las escenas de la trama judicial, parece que estén rodadas con el ánimo de conmover sólo lo justo las conciencias, no sea que se apague la llamita patriótica post 11-S. Un alegato simplista y maniqueo con frases grandilocuentes enmarcado en luces de artificio, donde en ocasiones el score de la grandísima Rachel Portman tiene que acudir para sobrevolar el tedio. Y ello es porque Hoblit comparte con Jewison el entusiasmo por los mensajes exageradamente didácticos, además de una extraña capacidad de parchear los agujeros de guión con tretas de estilo.

Otro de los puntos de conexión entre ambos realizadores reside en la astuta elección de los actores que conforman el reparto de sus producciones. Tras la redención alcanzada por Bruce Willis con El sexto sentido, El protegido, y en menor medida, Bandits, huele a cebo rancio el situar al irregular actor como gancho de un filme, cuando el peso de la producción no recae ni mucho menos en él. De hecho, Bruce Willis, en su recreación del coronel McNamara, vuelve a sembrar las dudas sobre su talento. ¿Su rostro granítico e inexpresivo pretende servir como muro tras el que se parapetan las en ocasiones incongruentes decisiones de McNamara, o es que se ha vuelto a dar cuenta de que pasivo se interpreta más cómodo? En cualquier caso, es Colin Farrel, el díscolo protagonista de Tigerland, el que lucha por aportar algo de credibilidad a la trama.

Flaco favor le hace La guerra de Hart a un género, el bélico, cuyos títulos emocionantes en los últimos meses han sido más bien escasos. Ni la papanatería patriotera de Ridley Scott en Black Hawk Down, ni el revuelto de géneros al servicio de un buen trabajo de fotografía de Alar Kivilo, como en el caso que nos ocupa, ocuparán más de diez líneas en la Enciclopedia del cine bélico de, digamos... ¿2010?.

 

Histórico de críticas de cine

Coloca cinestrenos entre tus favoritos

Suscríbete a la
lista de correo
  Nombre:
   
  E-mail:
   
   Estrenos
   Novedades
   Televisión

Foro de discusión

Enlaces

 

  Sobre cinestrenos.com     Publicidad     Contacta con nosotros     Sugerencias
© Cinestrenos.com 2003. Todos los derechos reservados.