Por Manuel
Ortega
Yo no me merecía esto. Ni yo,
ni nadie. Ya sé que no soy una persona ejemplar, que tengo muchos
defectos que pulir, que he hecho daño a gente que quería, que
en mis estanterías yacen muertos de risa libros que robé en
bibliotecas, que miento, difamo, enfrento y desaparezco cuando
la ocasión lo requiere. Sí, sé todo esto y apenas me arrepiento.
Pero Cut es demasiado castigo. Cut no es un insulto
a la inteligencia, es, simplemente, un insulto.
Dice
Miguel Marías que si la crítica tiene que pertenecer a algún
género literario, éste sería, sin duda, el epistolar, una carta
abierta e informativa para dar la buena nueva a un grupo de
amigos desconocidos. Siguiendo esta interesante propuesta, mi
crítica es esta vez un email avisando de la existencia de un
nuevo virus, inofensivo en verdad, pero que cuesta un dinero
que se puede aprovechar mucho mejor dándoselo a los perros para
que se compren algo o lanzándolo directamente al interior del
retrete.
Hablemos de argumento: Una película
maldita vuelve a retomarse por unos estudiantes de cine. Para
completarla viaja desde los Estados Unidos hasta Australia la
única superviviente del anterior rodaje. ¿Gente que se mete
en un berenjenal sin venir a cuento de qué? Pues no, la directora
que murió en aquella película era la madre de la actual directora.
Curiosamente, dos puntos de contacto con ese engendro patrio
llamado School Killer,
que por cierto es equiparable a Psicosis si lo comparamos
con el venido desde las antípodas.
Técnicamente nos encontramos
ante un producto que parece el trabajo de fin de curso de unos
cuantos oligofrénicos irrecuperables. Elementos tan primitivos
como el encuadre son masacrados no por opción (¡cuidado, que
no estamos hablando de Godard!) sino por incapacidad, las muertes
se suceden y lo único que queda claro es la herida, no hay personajes
porque mueren antes de que sean presentados. Incluso si yo fuera
un héroe (cosa que evidentemente no soy) me atrevería a revisitarla
otra vez para poder afirmar sin resquemor que un personaje muere
dos veces. Es la peor película que he visto en mi vida (incluido
el vídeo de la comunión de mi primo) y con eso tambien me refiero
al deslucido trabajo fotográfico.
Podría tomarse como parodia
pero queda claro que esa no es la intención, la intención es
hablarnos del peligro del cine y sus consecuencias. Y lo ha
conseguido, porque que creo que voy a estar un mes sin acercarme
por las salas. Indescriptible, con una narración ortopédica,
un sentido del humor abisal, una composición de plano azarosa,
una absurda explicación, una música a destiempo, y lo que es
más increible, incapaz de crear ni un sólo momento de tensión
en ninguna de las al menos 20 muertes que nos ofrece (muertes
por supuesto donde el ¿autor? se recrea en mostrarnos la casquería
menos sutil de los últimos tiempos) . Un miedo eternizante,
un amargor imborrable, es, en fin, lo que deja tamaño insulto,
semejante dislate.
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