Por
Manuel Ortega
Clara
y Elena es un largo y aburrido recorrido por las peripecias
vitales de dos hermanas tan diferentes y complementarias como
el café y la leche, la ginebra y el zumo de naranja. Elena es
una "cabra loca" desde chica, un culo inquieto a la que se le
va la vida viajando, Clara, por su parte, sólo ha conocido un
amor (o ninguno) en su vida, un tronado "novelista de una novela"
que la engaña con una macizorra estudiante de 19 años. Apocada
y martir, acoge en esos momentos en su hermana que ya viene
de vuelta de todo. Luego llega la enfermedad, terminar un poema,
reconciliarse con los irreconciliables y todas esas cosas que
se suponen han de hacer los enfermos terminales. Todo un poco
tópico ¿No creen?. A la comedia alguién le aparca delante el
tragi y nos insta a reflexionar sobre lo de siempre, el amor
bigger than life, de como se pasa la vida, de como se viene
la muerte. Tan callando.
Lo más destacable es la interpretación de las
dos actrices principales (yo también caigo en el tópico), una
convincente y arrebatadora Forqué y una segurísima y magistral
Maura, que aprovechan un guión servido en exclusiva en pos de
sus lucimientos para hacer un despliegue de sus aptitudes. Pero
se echa de menos el riesgo que corrió el hoy defenestrado McNaughton
en La chica del gangster al cambiarle los papeles esperados
a De Niro y Murray. Hubiera sido un punto a favor de la película
que Maura hubiera sido la dependiente y conformista y Forqué
la rebelde e indómita, como ya lo eran en su última y almodovariana
colabración, cuando el tópico (¿otra vez?) no se habían instalado
aún en sus carreras. Pero lo hacen bien, convencen, nos hacen
terminar la película a pesar de esos diálogos chirriantes, de
esa citas literarias de gente leída y de su previsibilidad manifiesta.
Imagino perfectamente el remake americano Claire and Elaine
con Diane Keaton y Goldie Hawn, en imagínense qué papeles cada
una. Mejor no dar ideas.
Porque parece americana (y una serie televisiva)
a ratos y podía serlo. A pesar de desarrollarse desde el principio
hasta el final en momentos cumbres de la historia actual de
nuestro país, no hay referencias, ni contextualización, sólo
importa esta gente que no se sabe muy bien de donde sacan el
dinero y que se van de casa, se les van de casa, hacen viajes,
decoran suntuosamente sus suntuosas viviendas, compran libros
a granel, beben Jack Daniels en restaurantes, etc. Ningun apego
a la realidad contemporánea y cuando se vislumbra algo, rápidamente
se encargan de cortarlo. La adicción de mucha gente a la cocaína,
los malos tratos a los hijos, el paro, el abandono del hogar
y otras tonterías de eses tipo hay que eliminarlas sin ahondar,
enseñarlas para esconderlas a posteriori, lo que importa es
la comunicación entre gente que no tiene nada que decir y el
amor entre gente que no sabe amar (por sus actos los conoceras).
Tópicos, ya saben, tópicos.
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