Por Manuel
Ortega
El diario de Bridget Jones
fue un librito que publicó aquí en España Lumen Femenino y que
pretendía satirizar los valores sociales del primer mundo, en
general, y los que compete al mal llamado sexo débil, en partícular.
Recuerdo de su lectura, la ligereza de sus formas (el carácter
de diario propiciaba la rápida conclusión de sus páginas) y de
sus contenidos (un conformista relato sin el vitriolo y la hondura
que se le presumía, ímpregnado de un feminismo light, y, perdonen
el chiste fácil, inútil y equivocado).
Años
despues, y en el afán de seguir exprimiendo la gallina de los
huevos de oro, su autora Helen Fielding produce y co-escribe esta
versión cinematográfica. A su lado Richard Curtis, el firmante
de la divertida Notting Hill, traza una notable mejora
respecto a su original, eliminando el formato diario, y los controles
de peso y tábaco que trufaban su antecedente. Los problemas de
peso quedan claro en las alusiones de los demas personajes y la
dependencia del tábaco modula los estados de ánimo de nuestra
protagonista a lo largo de la película.
La odisea en busca de la felicidad
y la estabilidad emocional de una treintañera solterona, dotada
con el don de la inopotunidad y con una falta de brillantez y
convinción en todo lo que hace, cuando se le cruzan dos príncipes
azules de diferente pelaje (la eterna dicotomía a lo Duelo
al sol) que le haran dudar de cual es la elección oportuna.
Ella flirteará con los dos, imaginará, elegirá varias veces, hasta
que nosotros descubramos quien le conviene. Porque al final todo
queda en eso.
Bridget Jones no busca la igualdad
de la mujer en la vida y en el trabajo, ni la independencia respecto
a los hombres, ni la autorrealización como persona, Bridget Jones
busca un hombre, y cuanto más guapo mejor (porque ustedes me diran
que atractivo esconden los dos merluzos con los que se lía). ¿Pero
a que nadie supone para que quiere a ese hombre?. ¿Para gozar
de su sexualidad y de los placeres de la vida en pareja?. No,
amigos, lo quiere para casarse. Asi que ya me diran los presuntos
valores feministas de esta presunta sátira combativa y beligerante.
Conclusión la mujer tiene que adelgazar, dejar de fumar como un
carretero y encontrar un hombre, guapo y rico para casarse. Son
las cosas de la vida, son las cosas del querer.
Hablemos de la traslación fílmica.
Tenemos una comedia británica inteligente si la comparamos con
las americanas y ágil si la comparamos con las españolas. Lo que
no es decir que sea ni inteligente ni ágil , sino que está por
encima del panorama que tenemos y del que nos deparará el temible
verano. Renée Zellweger está tremenda en todos los aspectos. Comunica
la vulgaridad de su personaje siempre que se le requiere, convence
en sus transformaciones físicas, soporta todo el peso de la acción
sobre sus espaldas y nos regala un par de escenas de antología.
Ella es el motor y la gran baza de esta película, convirtiendose
su elección en una nueva muestra de la inteligencia indudable
de la señora Fielding. A su lado sorprende que Hugh Grant y Colin
Firth no estén tan irritantes como de costumbres.
La dirección de la novata Shane
Maguire se encuentra por debajo de el guión y lo vemos claramente
en el desaprovechamiento de algunas escenas. El sketch
del parque del bomberos, el almuerzo de sacerdotes y fulanas o
el clímax de la fiesta de cumpleaños, con la posterior reyerta
callejera en el restaurante, son ejemplos de cómo dilapidar mediante
una mediocre puesta en escena y una planificación equivocada,
escenas que sobre el papel resultan geniales.
|