Ficha técnica


 


Bandits

Los ladrones somos gente honrada

Por Manuel Ortega

Dos tipos con visibles desconexiones internas y externas, entre sí y ante todos, escapan de la cárcel y se montan una especie de Tour to USA dejando tarjetas de visita (nunca mejor dicho) en todos los bancos disponibles. La azafata que les da el maillot amarillo se enamora del ciclista bicéfalo y se va con ellos a ganar alguna etapa. Más o menos de eso va este viaje dirigido por la América profunda donde los atracados reciben con alborozo a los atracadores porque salen por la tele y porque son representantes del americano medio, medio paleto, medio sentimental.

Bandits es una película irregular y que desfallece en no contadas ocasiones, gracias sobre todo a una dirección adocenada y poco sugerente que acaba lastrando las grandes posibilidades que destilaba este menaje a trois entre perdedores que, por una vez y que sirva de precedente, ganan. Levinson es así, aunque es difícil saber como es Levinson en sus filmes, porque Levinson es simplemente un artesano con ínfulas capaz de lo peor (Toys, Sleepers o Acoso) y de lo agradablemente resultón (Dinner, La cortina de humo o sin ir más lejos Bandits) dependiendo siempre del guión, el diseño de producción, los actores y la historia elegida. No se puede ser autor sólo porque sus filmes se desarrollen algunas veces en Baltimore, como algún critico, sección iluminados, variante a pilas, se ha atrevido a sugerir. Por esa misma regla de tres Mariano Ozores sería todo un auteur porque en todas sus películas dicen tetas y culo. Y no es el caso. Levinson hace lo que sabe hacer, esto es, conjugar todos los elementos a su disposición

Bandits adolece una irregularidad congénita por tanto al guión de Harley Peyton y a las interpretaciones del cuarteto principal. En lo referente al primer apartado decir que las varias subtramas de la historia no están todo lo satisfactoriamente engarzadas que deberían estarlo, produciéndose grandes bajada de interés que llevan al desfallecimiento en no pocas ocasiones. La historia de amor se erige en lo más destacado, mientras que los robos a los bancos se tornan repetitivos y al final acaban perdiendo todo el encanto y la simpatía que en un principio levantaban. La parte de la entrevista cámara en mano (¿Levinson se apunta a un bombardeo o es el que bombardea?) deja bastante que desear al ser su aportación a la historia más bien nula y a la progresión dramática contraproducente.

En el apartado interpretativo el desequilibrio se hace ya insalvable. Bruce Willis (actor que normalmente me parece lo mejor de la función, minusvalorado, controvertido, lo que se quiera) realiza una de las peores interpretaciones de los últimos años, donde conseguía salir indemne hasta de bodrios infumables como Chacal o El desayuno de los campeones. El casi debutante Troy Garity (hijo de Jane Fonda) nos hace temer ante la posibilidad de nuevas apariciones. Creo que se decantará por papeles cómicos visto lo visto, así que no digan que no les avisé. Sus otros dos compañeros están impresionantes, desmesuradamente impresionantes (que me los vayan apuntando a ambos para la porra de los Oscars). Billy Bob Thornton compone a un creíble hipocondríaco megalómano henchido de orgullo y desconfianza hacia lo demás. Cate Blanchett se come la película y a sus compañeros cada vez que aparece, con una mezcla de locura y dolor que ella convierte en una divertida sucesión de escenas tiernas y amables. Creo que me he enamorado

   

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