CC: ¿Hace tiempo que querías
trabajar con Daniel Auteil?
FV:Desde
El Manantial de las Colinas, sin duda alguna. De hecho,
nunca he visto nada tan desgarrador como su declaración
de amor a Emmanuelle Beart en La Venganza de Manon. Nunca
había trabajado con él, pero pertenece a la raza
de los Depardieu o los Villeret, son actores que poseen una velocidad
suplementaria, con ellos siempre se puede ir más lejos.
CC: En el rodaje, tiene
fama de ser muy exigente con los actores, que no duda en hacer
muchas tomas. ¿Qué necesita un actor para entrar
en el universo de Francis Veber y satisfacerle?.
FV: Espero de los actores
que me devuelvan la música que tenía en la cabeza
cuando escribí el texto porque soy ante todo un guionista.
Cuando escribo, oigo cantar las réplicas y sueño
con intérpretes que tengan talento para devolverte esa
música, eso es lo que busco en un rodaje. Y cuando trabajo
con actores del talento de Thierry Lhermitte, Gerard Depardieu
o Daniel Auteil, consigo encontrar aquello con lo que soñaba
mientras escribía, y es el mejor momento de mi vida.
CC:
El personaje de Depardieu podría ser ridículo, cuando
en realidad resulta conmovedor, vulnerable, perdido...
FV: Gerard es uno de
los hombres más complejos que conozco. Parece muy fuerte,
como un luchador turco, y en el fondo es un hombre de una gran
fragilidad. Es esa mezcla de fuerza y de sensibilidad la que lo
convierte en el actorque es. En Salir del Armario tienen
un dolor, una locura en la mirada, que aportan su dimensión
humana a un papel que, efectivamente, podría haber sido
caricaturesco.
CC:Me imagino que en
la elaboración de este proyecto pensaría mucho en
Alain Poiré, desaparecido la pirmavera pasada, que produjo
casi todas sus películas y que fue uno de los primeros
en animarle a pasar detrás de la cámara....
FV:Está muy presente.
Está casi todo el tiempo a mi lado, y sobre todo cuando
trabajo, porque fue muy importante en mi vida profesional y en
mi vida privada. Fue un hombre entusiasta y, sobre todo, un enamorado
de la comedia. Toda su vida le gustó reirse. Y como yo
mismo me estoy orientando hacia la comedia, no podíamos
no entendernos en ese aspecto. Además, era un productor
de una perspicacia terrible. Por ejemplo, yo no quería
hacer La Cena de los Idiotas. No veía qué
película podía salir de la obra de teatro. Fue él
quien me empujó a hacerla con todas sus fuerzas y, visto
el resultado, hizo bien.
CC:Después de
La Cena de los Idiotas dijo que sus últimas pelíuclas
tenían que ser ante todo encuentros consigo mismo. Con
Salir del Armario ¿tiene la sensación de
haber hecho una de sus películas más personales?
FV:Es difícil
de juzgar, porque el último retoño siempre parece
el más guapo. Si me pregunta si creo que es mi mejor película,
le diré enseguida que sí porque la quiero, porque
me acaba de salir del vientre, porque estoy enamorado de ella.
Por desgracia, con el tiempo nos damos cuenta de lo que hemos
hecho. Primero tiene que pasar la crítica, después
el público y un día ves lo que realmente vale la
película.
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