Sorprendentemente el "autor comprometido con sus
propias ideas y con su propia visión ecologístico-pesímista de
la existencia" acepta el reto de llevar a cabo la secuela del
mayor éxito comercial de los años 70. El exorcista II. El hereje
(Exorcist II: The heretic, 1977) es una demencial continuación,
castrada desde el principio por un nexo de unión absurdo y un
guión inaguantablemente imperfecto (le llamaría desperfecto creo
que con más acierto). La película es mala y aburrida de solemnidad,
exótica para diferenciarse, mimética en acciones y desarrollo
para continuar con el éxito. Ademas Boorman intenta imprimirle
algo de su impronta con sus recurrentes abstracciones y su querencia
a las imagenes orínicas. Un desastre que creo que nadie que haya
visto se atreverá acuestionar. Una pelicula que no gustó a nadie,
no gusta a nadie, ni gustará a nadie. Incluido, John Boorman.
Luego
llega la polémica. Con Excalibur (Excalibur,1981)
hace una brillante y personalísima versión del ciclo artúrico,
dotandole de todo el caracter mágico y de todo el esplendor de
aquella época, haciendo incisivas reflexiones sobre la pasión
amorosa, el odio funesto, la envidia sibilina y la ambición natural,
o no, del ser humano. Esta película crea una profunda división
entre los amantes del cine, donde unos ven una, más lírica que
épica, obra maestra del cine de aventuras inteligente y otros
que sólo ven una intelectualizante vacuidad, una preciosista pompa
de jabón, una autista muestra de cine de desventuras, muerto por
sus pretensiones, aburrido por su inexistente sentido del ritmo,
feo por su excesiva belleza, irritante por su superioridad sobre
el cine de género. Este humilde cronista (por humildad y una notoria
falta de inteligencia) se apunta en la segunda opción. Simplemente
decir que Excalibur se convirtió, cuando la vi de pequeño,
en una de las razones para temer al cine (como ahora de mayor
podría ser The addiction o la obra al completo de Danny
Boyle o Mike Figgis). A los muchos seguidores de la historia de
Camelot creo que les gustó esta particular versión/visión de su
fantasía. A mí por ahi no podría conquistarme, porque yo sólo
me fijo en los valores eminentemente cinematográficos. Si fuera
Umbral podría decir que a mi particularmente me la trae floja
el ciclo artúrico, pero como no lo soy me guardo este comentario
para mejor ocasión.
En 1985 se estrena La selva esmeralda (The
esmerald forest, 1985) donde su alegoría mitológica e iniciática
queda más clara desde un principio. Un niño crece en una tribú
y cuando su padre va a buscarlo se encuentra con una realidad
que no esperaba. El discurso es hermano al de Deliverance con
el que comparte el impactante tratamiento visual, fotografíando
con apabullante riqueza y matices, el paraíso natural donde se
desarrolla la historia. Aunque esta vez la violencia que caracterizaba
a la otra queda más soterrada e incluso podríamos decir que desaparece.
Nuevamente se establece una fácil dicotomiá entre la armoniosidad
y el carácter infínito de la selva y la competitividad y la destrucción
del mundo civilizado. Un filme bello que se erige como recopilación
de todas las obsesiones del director, sumandole todas sus virtudes
y restandole muchos de sus defectos. Para mí una película estimable,
pero con demasiados rémoras a sus espaldas.
Luego llega una propuesta intimista y autobiográfica,
una obra menor dotada de un tono agridulce, encauzada desde la
mirada infantil de un niño que teme los bombardeos en el Londres
de la Segunda Guerra Mundial. Esperanza y gloria (Hope
and glory, 1987) le dio nominaciones a los oscars y la categoría
de autor que no le había dado sus petulantes intentos anteriores.
Con todo eso no deja de ser una película mediana donde la belleza
formal, las consabidas escenas oníricas y los desacertados toques
surrealistas dañan más que enriquecen a su valoración final. Pero
un autor tiene que saber tocar todos los palos (vease a Kubrick,
por ejemplo, por poner un coetáneo anuestro protagonista)
y Boorman no podía reprimirse ante uno de los pocos géneros que
no había atacado (recordemos, cine negro, A quemarropa,
aventuras, Deliverance, drama, Infierno en el Pacífico,
histórico, Excalibur, terror, El exorcista II, ciencia
fcción, Zardoz o autobiográfico, Esperanza y gloria)
la comedia.
Donde está el corazón (Where the heart
is, 1990) es una comedieta generacional sin gracia, donde
todavía chirría más que de costumbre el sello personal
de autor de Boorman. A destacar la actuación de una primeriza/primorosa
Uma Thurman que ya adelantaba sus buenas maneras. Por lo demás,
una parábola cuasi religiosa, predecible, moralizante y pueril
de todas todas y penosa en sus limitados intentos de hacer reir.
En Más allá del Rangún (Beyond Rangoon,1995)
se pone a la moda del cine aventuras-denuncia que tanto éxito
tuvo en la decada de los 80. Recordemos la magnífica El año
en que vivimos peligrósamente y la nada desdeñable Los
gritos del silencio. Una mujer con problemas tras la muerte
en accidente de su marido e hijo, en lugar darle por la música
como a la Juliette Binoche de Azul, se va a Birmania a
buscar a su hermana. Allí se topa con la revolución y con la toma
de conciencia social que le faltaba para "ser" en todos los parametros.
La película trae al recuerdos otras películas mejor hechas que
llegan al quid de la cuestión donde está se queda en las
ramas de un esteticismo, que ya a estas alturas nos confirman
la vacuidad del señor Boorman y de la falta de esencia en su cine.
la fábula mitológica e iniciática se repite nuevamente.
The General (The General,1998),
hagiografía de un terrorista, se torna una agradable sorpresa
en su carrera, porque deja atras toda su habitúal parafernalia
para convertirse casi en un artesano contador de historias. Suma
el biopic a su repaso por los géneros y fracasa en sus intentos
de hacer comedia que el cartel anunciador parece vaticinar. A
lo mejor el problema no es suyo sino del publicista.
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