Muere Sven Nykvist, el hombre que captó la luz para Ingmar Bergman
El director de fotografía sueco ganó dos Oscars por Gritos y susurros y Fanny y Alexander, y estuvo nominado en otras dos ocasiones
Carlos Aguilar Sambricio
La historia del cine nos ha brindado una larga serie de colaboraciones que han marcado los inicios del celuloide. Normalmente se habla de las distintas asociaciones posibles entre directores, guionistas y actores. Pero al hablar de uno de los más reputados directores de la historia, Ingmar Bergman, no podemos quedarnos en sus colaboraciones con, entre otros, Liv Ullman o Max von Sydow, sino que debemos acercarnos a esos que fueron, durante la mayor de su vida, los ojos con los que desnudó las almas de sus personajes.
El pasado miércoles fallecía en Estocolmo el portador de esos ojos, el director de fotografía sueco Sven Nykvist quien, tras 83 años de vida, no pudo superar la afasia que le aquejaba desde hacía tiempo. Su muerte pone punto y final a la carrera del que hasta ahora era considerado por muchos el director de fotografía más importante en vida.
Sus casi 50 años creando realidades tras la cámara dieron comienzo en 1943 pero no sería hasta 1953, con Noche de circo, cuando se cruzara en la vida de Bergman, el cual decidió prescindir a partir de entonces de su anterior colaborador habitual, Gunnar Fisher, apostando por un enfoque más naturalista y despojado de artificio. La asociación entre ambos ha dado frutos como la trilogía de la Fe, El manantial de la doncella, Persona, La hora del lobo o, ya en color, Gritos y susurros y Fanny y Alexander, sendos trabajos por los que conseguiría el Oscar de la Academia a la mejor fotografía.
En los 70, se abrió a participar del genio creativo de otros directores tales como Roman Polanski (El quimérico inquilino), Woody Allen (Delitos y faltas y Otra mujer), Andrei Tarkovski (El sacrificio), Lasse Hallstrom (A quién ama Gilbert Grape) o Louis Malle (La pequeña). Nykvist conseguiría dos nominaciones más a los Oscar, como mejor director de fotografía por La insoportable levedad del ser (Philip Kaufman, 1988), y a la mejor película de habla no inglesa por Oxen, dirigida por él mismo.
Comparte este texto: