Sin sorpresas
Por
Pablo Vázquez
El cine de acción moderno, hasta hace poco embutido en el más
soporífero aburrimiento, vive una etapa de relativa reanimación
tras la crisis de los años noventa (aunque, a decir verdad, ¿hay
algún género que no cayera en desgracia en esa década?).
Este cambio de perspectivas se debe a una sabia y estudiada recuperación
de los estereotipos setenteros, la simpatía hacia los maleantes (siempre
perdedores) y la animadversión natural hacia todo lo establecido, legal
y uniformado. Y un ligero toque macarra, claro está.
The italian job se afilia por voluntad propia a esta corriente, sólo
que su sentido de la diversión y el entretenimiento es limitado. Todo
en ella, desde las espídicas y algo dilatadas persecuciones a la composición
de personajes (regla de oro: no malgastar más de dos rasgos en cada uno)
funciona bien, pero apenas se distinguen indicios de identidad o inventiva.
Es lo que se llamaría una obra menor, si el cine de género se
permitiera perder el tiempo en este tipo de diferenciaciones, y lo que la mayoría
de los aficionados entenderán como un pasarratos que da lo que promete
pero se olvida con la misma facilidad que las tramas de las teleseries de acción.
Nada nuevo, pero tampoco nada menos.
F. Gary Gray había dirigido películas notables y divertidas como
Set it off, aunque muchos lo descubrieran con Negociador,
tramposo recital de tópicos más o menos bien hilvanados, que abusaba
de la ética de manual y una voluntad de trascendencia un tanto postiza.
En este trabajo italiano se muestra competente, pero muy lejano a la personalidad
que le hubieran proporcionado al proyecto realizadores de ahora mismo (¿para
que recurrir a los clásicos?) como Rob Cohen, Dominic Sena o el Barry
Levinson de Bandits.
Queda entonces un buen reparto (estupendo, como siempre, pero desaprovechado
Norton), un cierto tono de broma amoral que nunca lleva a serlo de todo y el
inclasificable Seth Green poniendo todo su talento al servicio de un personaje
clásico en el cine de palomitas del nuevo siglo: el hacker simpático
y brillante, cuyo mayor sueño es imaginar la combinación de la
potencia equipo de música y una rubia de discoteca. Lástima que
quiénes están tras el guión no tuvieran su mismo cerebro.
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