Cirujano Chabrol
Por
Antonio Ruiz Valdivia
Vuelve Claude Chabrol con su bisturí dispuesto a diseccionar un complejo
amor a primera vista. El realizador galo regresa a las pantallas con una
oscura historia de deseo y muerte, un tema recurrente en su filmografía durante
las cinco décadas que lleva trabajando tras la cámara. No consigue alcanzar
la genialidad de obras anteriores pero el universo chabroliano domina
pasmosamente toda la cinta sin trampas y recursos artificiosos, algo de
agradecer al autor de No va más.
El cineasta adapta por segunda vez una novela de Ruth Rendell, en 1995 ya
llevó al cine una historia de esta autora en la película La ceremonia. El
suspense ejerce de maestro de ceremonias de la relación que se establece
entre los protagonistas y, a la vez, se radiografía a la sociedad burguesa
gala. Los secretos y las confesiones desfilan por los fotogramas en un
camino sin retorno por el que circula una perturbadora relación pasional.
El solvente reparto de intérpretes constituye uno de los grandes alicientes
de esta cinta. Benoit Magimel y Laura Smet realizan un notable trabajo de
actuación, si bien Magimel confirma ser el máximo exponente de la nueva
generación titiritera francesa, Smet se presenta como el rostro más
enigmático que se ha paseado por la cartelera durante los últimos meses. La
galería de secundarios es todo un dream team del cine del otro lado de los
Pirineos. Bernard Le Coq, Aurora Clement, Solene Buton y Suzzane Flon
arropan con solidez y buen hacer a la pareja protagonista.
Todo un acierto resulta la sensación de cotidianeidad que envuelve la trama.
Se juega en todo momento con situaciones corrientes, con escenas íntimas que
resultan inquietantes y desconcertantes. El ritmo lo marca aquello que no
se ve, lo que se intuye, lo que sucede fuera de las empapeladas paredes
provincianas. A todo ello ayuda la excelente labor del director de
fotografía Eduardo Serra, responsable de títulos como La joven de la perla
o Las alas de la paloma.
Muchos verán en este largometraje influencias de Hitchcock y Patricia
Highsmith, pero la gran influencia es el propio Chabrol, cuya obra
constituye en sí un subgénero identificable y de gran calado entre los
directores jóvenes. El cineasta añade con La dama de honor otro
interesante título a su sobresaliente trayectoria cinematográfica.
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