Amor descafeinado
Por
Carlos Leal
Desde que en 1985 debutaron en la gran pantalla con la interesante Sangre fácil, los hermanos Coen se han convertido en dos de los cineastas más personales e insustituibles de la industria estadounidense. Su peculiar sentido del humor, negro hasta la saciedad, y su distanciamiento irónico respecto a las convenciones genéricas del cine de Hollywood impregnan en mayor o menor medida toda su filmografía, dando lugar a títulos tan brillantes como Muerte entre las flores o Fargo.
Sin embargo, en Crueldad intolerable por primera vez en toda su carrera Joel y Ethan han puesto su talento al servicio de otros, adaptando y llevando a la pantalla un guión escrito siete años atrás por Robert Ramsey y Matthew Stone, pareja responsable de los libretos de películas como El gran lío o Condenados a fugarse.
El resultado es una comedia romántica atípica, un tanto irregular en su desarrollo pero con momentos verdaderamente hilarantes, capaces de hacer estallar en carcajadas a las salas de cine. Gran parte del peso de esta nueva versión de la lucha de sexos recae sobre George Clooney y Catherine Zeta-Jones, que logran crear verdadera tensión sexual entre dos personajes construidos en el límite del estereotipo. A su lado orbitan actores de la talla de Geoffrey Rush, Billy Bob Thornton o Cedric The Entertainer, que lejos del núcleo sentimental de la trama están a sus anchas para divertirse y divertirnos.
Para sus incondicionales, los Coen incluyen algunos guiños cómplices (los interminables discursos del socio fundador del bufete en el que trabaja Clooney, las disparatadas orgías ferroviarias del ex marido de Zeta-Jones), que lamentablemente se quedan en la superficie. Y es que viendo escenas como el acaramelado final feliz o el discursito de George Clooney ante la convención de abogados matrimonialistas, que rozan la autoparodia, uno no puede menos que añorar una pizca de la mala leche que desbordaban películas como Arizona Baby o El gran Lebowski, verdaderas cimas del ingenio cómico de los Coen.
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