Una fiesta en medio de la guerra
Por
Juan Antonio Bermúdez
Es desmesurado, reincidente, antojadizo. Sus películas son vulnerables como una fiesta en medio de la guerra. Los francotiradores de la crítica lo tienen (lo tenemos) fácil para acertarle en pleno corazón inerme. Sus protagonistas encuentran siempre atajos esotéricos, caminos despejados que amedrentarían a los guionistas de manual. Su nostalgia de una época y una geografía desmembradas conviene a los polemistas de la muerte exótica. Y sin embargo Emir Kusturica es uno de los más vivos traficantes de sueños del cine actual.
La vida es un milagro contiene todos los tópicos que ya pudieran reconocerse en las magistrales El tiempo de los gitanos (1988) y Underground (1995) o en la, en mi opinión, menor Gato negro, gato blanco (1998): caos argumental, coralidad, citas explícitas, fútbol y otras pasiones desmandadas, abundancia de símbolos domésticos, un bestiario animal y humano al servicio de este realismo mágico a la balcánica en el que la música “unza-unza” rebosa los límites de la banda sonora para constituir un auténtico cauce emotivo por el que el espectador resbala como por un tobogán.
Puede decirse sin exagerar demasiado que Kusturica ha abierto una nueva vía en el cine musical mediante estas óperas barrocas sincopadas antes por Goran Bregovic y ahora por las fanfarrias de su No Smoking Orchestra. Y puede distinguirse la música como prolongación misma del argumento, como prueba de la tesis que Kusturica viene defendiendo desde hace años: la disgregación es un artificio cruento; la identidad de los Balcanes, puente entre Oriente y Occidente, es mestiza.
Para desplegar ese juicio en su última película, el cineasta de Sarajevo se demora en una minuciosa selección de pinceladas que revelan la extravagancia natural de cada personaje (principal o secundario), las insólitas cadenas de prodigios que avalan cada día, hasta plantarnos delante de un Romeo ferroviario, serbio y taciturno, y de una Julieta encantadora y musulmana. Todo parece entonces conducir a la tragedia. Pero la vida es un milagro.
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