Adictos al pasado
Por
Ángel Rojo
Aquellos que argumentan que el mayor problema del cine moderno (posmoderno o donde quiera que estemos ahora) es la ausencia de una buena historia y la despreocupación por el arte de narrar y contar que tan copiosamente practicaron los maestros de antaño están de enhorabuena. Y no lo digo por el estreno de Tiovivo c1950.
Nick Cassavetes ha elegido una novela del inefable Nicholas Sparks (autor de libros como Mensaje en una botella) como material para su cuarto largometraje, un proyecto en el que cualquier voluntad de estridencia o innovación parece haber sufrido una purga por lo menos estalinista. En la línea de éxitos como Tomates verdes fritos o Titanic, el relato se articula en la lectura de un diario que un anciano (James Garner) realiza cada día a su esposa enferma de alzheimer (Gena Rowlands) con el fin de evitar que ésta (y su inolvidable historia de amor) caigan definitivamente en el más profundo de los olvidos. Para mantener la tensión hasta el final, no se desvelará hasta el último momento cual de los hombres que aparecen en la película (y que pretenden a nuestra heroína) será el que finalmente comparta tan amenas lecturas.
Hay diferentes modos de mirar hacia atrás sin ira y que van desde la interpretación posmoderna del Todd Haynes de Lejos del cielo hasta la fosilización cinematográfica made in Garci, pasando por el remake de temporada que actualiza -y a veces incluso sin desvirtualizar- un título legendario. De todas las formas posibles de afrontar la amalgama de ingredientes no ya clásicos sino clasicoides que decoran el film (estanques dorados, lagos llenos de cisnes, amores proscritos por razones de clase social, romances de entreguerras, música de Billie Holyday y secundarios de lujo en busca de viejos esplendores en la hierba), Cassavetes opta sin embargo por el pudor y la corrección, tal vez olvidando que es la protagonista y no nosotros la que tiene problemas de memoria y que por tanto hace falta algo más que buena letra para que nos traguemos la misma historia de siempre por enésima vez.
Es una opción respetable sobre todo si eres de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor que ayer pero, puestos a ser nostálgicos, no podemos olvidar que en un tiempo no tan remoto Cassavetes significaba cualquier cosa menos anodino.
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