Menos es más
Por
Susana López Rubio
“En realidad no hay personajes simples: el universo interior del más humilde campesino ecuatoriano es tan insondable como el de un profesor de filosofía.”
Palabras de Carlos Sorín y toda una declaración de principios respecto a su nuevo trabajo. Porque Bombón - el perro es una película con espíritu de Iceberg. La pantalla nos muestra la punta y nosotros, desde la butaca, gustosamente reconstruimos los inmensos pedazos ocultos.
Director desvirgado para el gran público con la (inmensa) película Historias Mínimas, Sorín sigue la estela de dicho film con la historia de Juan Villegas, cincuentón en paro que pulula por la Patagonia argentina vendiendo cuchillos artesanales. La mezcla de una dirección con gustillo a documental y la frescura de sus actores no profesionales no tardan en juntarse para tejer una gigantesca tela de araña alrededor del patio de butacas.
Aclaro. Todas las películas implican, en mayor o menor medida, un pequeño salto de fe por nuestra parte. Un instante en el que momentáneamente abandonamos el cine y nos damos un paseo por la deliciosa realidad de cartón piedra que cada film abre para nosotros. En las malas películas el salto es corto o nunca llega a producirse. En las buenas películas, el portazo en las narices que suponen los títulos de crédito finales es hasta doloroso. En Bombón - el perro, estás dentro antes de que puedas decir “¿Te quedan palomitas?”.
Cuando, apenas empezada la cinta, el pobre Juan rasca el boleto de una gasolinera, gana una lata de aceite y unas gafas de “Men in Black” y al llegar a casa le comenta a su hija “me gané unos anteojos negros… de esos que salen en televisión… y, bueno, yo quería pedirles la plata pero me dio no sé que…” mi estómago dio tal voltereta por la ternura del momento que supe que estaba atrapada. Me la estaba creyendo.
Y a juzgar por los suspiros simbióticos de mis compañeros de sala, parece que no era la única. Las peripecias de este hombre disecado en vida y de como logra recuperar la ilusión a través de un perro dogo argentino tan desangelado como él, puede parecer poca cosa pero ya se sabe que los puntos de giro de una vida suelen ser las cosas más simples. En el mejor sentido de la palabra. Porque Bombón - el perro es una celebración por todo lo alto de los triunfos de andar por casa.
Comparte este texto: