Juguemos al retro
Por
Carlos Aguilar Sambricio
Justo antes de empezar la película, al menos en el estreno español, podemos ver un trailer. Un héroe de acción llamado Machete, de origen mexicano, es el centro de la historia. Traicionado por los que le habían contratado para asesinar a un senador, inicia una venganza donde hay sangre, erotismo y tiros. Está dirigido por Robert Rodríguez y se trata de un guiño a las películas grindhouse. Dicho trailer no llega a los 3 minutos y sin embargo es una parodia más certera que la propia película que la sucede.
Planet Terror forma parte del proyecto dual Grindhouse en el que Rodríguez y Tarantino se embarcaron para recuperar una de esas tantas subculturas casi olvidadas que tanto adoran. La idea era, a la usanza de entonces, ofrecer una doble sesión con sendos filmes y varios trailers de películas inexistentes entre medias, uno de los cuales es el mencionado Machete. En Europa, tras el relativo fracaso comercial en Estados Unidos, se estrenan por separado e hinchadas.
En el caso del trabajo de Rodríguez, estamos ante un pretendido divertimento hueco. Su propuesta sólo es posible disfrutarla si se acepta el juego que nos propone. Un juego que no tiene ningún sentido. Donde todo es accesorio y no se rige por ningún principio, ni moral ni artístico. Es una sucesión caótica de escenas que funcionan a nivel estructural como una amalgama de guiños, escenas gore y ‘one-liners’, y cuyas transiciones, sorprendentemente y quizás por esa aleatoriedad del guión, fluyen con naturalidad.
El problema es que es tan estúpida como las películas a las que hace referencia. A diferencia de Tarantino, Rodríguez se pone al mismo nivel que los productos de serie Z a los que hace homenaje. ¿Hasta qué punto el hecho de hacerlo todo en plan de coña te hace mejor?
Hacer una parodia retro es razonablemente fácil. O mejor dicho, es más bien facilón. Una gracia de este tipo no sustenta una película entera a no ser que añadas algo propio, que haya un creador detrás. Rodríguez ya puede controlar la edición, la fotografía, la banda sonora y todo lo que él quiera pero no está más que mimetizando. Eso, en un trailer como el que acompaña al film, funciona pero a lo largo de dos horas puede llegar a ser molesto.
El tono de la película oscila en realidad entre el concepto del videojuego y el estilo de humor a lo Hot Shots y Aterriza como puedas. En un momento determinado, un personaje femenino le da una pistola a su hijo y le dice: ‘Como en los videojuegos’. Y lo cierto es que la película tiene la credibilidad y la profundidad del típico juego de acción ‘mata-mata’. Necesita nuestra complicidad, nuestra interactividad, para que apaguemos nuestro cerebro y podamos seguir con agrado el asunto. Si no, es complicado no quedarse con más que machismo, cutrerío gore o derroche de adrenalina y testosterona.
El personaje de Rose McGowan dice durante la película que quiere hacerse monologuista cómico. Asegura que la gente le dice que tiene gracia, aunque no lo parezca. Pues bien, Planet Terror aspira también a ser humorista y, como mejor funciona, es en dicho registro, que parece ser además su propósito. No es un humor perdurable pero tiene sus momentos.
Falta talento. Falta transgresión. Falta clase. Falta análisis. Falta identidad. ¿Qué queda entonces? Quedan las risas que te echas.
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