La familia Park contra los monstruos
Por
Sergio Vargas
La circunstancia
de que un monstruo se pasee por todo el metraje devastando las inmediaciones
del río Han en Seúl y ocasionalmente devorando a algún que otro ciudadano,
respetable o no, puede conducir a la equivocada conclusión de que
The Host se trata de una película-de-terror-con-monstruo al uso.
Nada más lejos de la realidad. En la nueva obra de Bong Joon-ho se
dan la mano de forma natural varios géneros cuya conjunción a priori
no resulta ni fácil ni mucho menos intuitiva. Y lo más sorprendente
es que para nada es el terror el que sienta las bases sobre las que
se sostiene el filme, sino que The Host
se erige como una divertida comedia de acción y aventuras, con elementos
fantásticos y a ratos terroríficos (inevitable si uno de los protagonistas
es un monstruo gigante, terrible y sanguinario), pero con cabida también
para el drama.
No sólo se
trata de dosificar las apariciones del monstruo lo suficiente como para
dotar de mayor peso a la comedia (plagada de momentos
verdaderamente hilarantes como el de la familia que comienza llorando
a Hyun-seo para terminar cascándose de lo lindo o el de la gente en
la parada del autobús atemorizada por un virus inexistente) o a la
acción (a este respecto son magníficas las secuencias de la familia
escapando del hospital o la de la huida de Nam-il de los torpes cazarrecompensas;
también, por supuesto, la mayoría de las apariciones del monstruo
son excelentes secuencias de acción más que de terror), sino que también,
algo de agradecer, se desmarca de ciertas convenciones del cine de monstruos
(la apariencia del monstruo se revela desde el comienzo y a plena luz
del día; la supervivencia de ciertos personajes sería incuestionable
en la mayoría de estos filmes; se libra también de la nefasta costumbre
de dejar la posibilidad de la secuela en el aire), y las que decide
adoptar, logra hacerlo con cierto estilo (la forma de acabar con la
criatura, a pesar de previsible, consigue provocar un par de pequeñas
sorpresas)
Quizá lo más
importante si nos atenemos a estos clichés del género de las películas
de monstruos (o amenazas extraterrestres o similares) que se dejan de
lado en The Host, es también el hecho de que en la mayoría
de estos filmes, es el ejército o las fuerzas del estado quienes finalmente
logran terminar con la bestia o el peligro, sea este cual sea, mientras
que en esta ocasión (como ocurría en Mars Attacks!, por ejemplo)
se aprovecha para ensalzar el valor de la familia, sin sensiblerías
(pues hay que tener presente que el verdadero núcleo de la película
son las penalidades que atraviesa la familia Park), y además para lanzar
una feroz crítica contra los gobiernos, tanto el de Corea del Sur como
el de EE.UU, adalides de la manipulación, la desinformación intencionada
y centralizada y a los que también se acusa de cierta torpeza a la
hora de gestionar ciertas situaciones de crisis, siendo así que sus
brazos armados no son precisamente los más certeros a la hora de lidiar
con la criatura. El resultado de todo esto se traduce en que el peor
monstruo al que se enfrenta la familia protagonista no es ni mucho menos
el enorme engendro criado a base de los fluidos tóxicos vertidos en
el río Han (la secuencia inicial podría verse como una nueva crítica
a lo que sucede habitualmente, y no solo en Corea), sino unos gobiernos
corruptos cuyo pueblo no es ni de lejos una de sus preocupaciones.
Bong Joon-ho
muestra, como ya lo hiciera en Memories of Murder, una gran habilidad
para manejar las situaciones de tensión, así como también para componer
las secuencias de acción. Conjugar todo ello con un inteligente sentido
del humor, que conecta a la primera con el espectador gracias a unos
protagonistas excelentemente descritos e interpretados que empatizan
rápidamente con éste, no hace sino completar la sensación de que
The Host es una película verdaderamente brillante que ganará enteros
con los sucesivos visionados, plagada de principio a fin de momentos
a recordar, epílogo (también atípico y anticlimático) incluido.
Comparte este texto: