Preguntas necesarias
Por
Juan Antonio Bermúdez
Aunque sus películas tengan el ropaje y la armadura de la ficción, Iciar Bollaín arriesga en ellas un porfiado inconformismo que le lleva a acercarse con una perspicacia casi documental, con una mirada integradora y compleja, a argumentos que de por sí soportan, como una fuerza gravitatoria, la atracción casi insalvable de los esquemas.
Así lo había demostrado en sus dos primeros largos, Hola ¿estás sola? y Flores de otro mundo, dos textos tan profundos como frescos que fijan el foco sobre algunas de las realidades humanas en las que ser mujer conlleva una dificultad añadida al ya difícil hecho mismo de vivir, dos hermosas transparencias muy apartadas del victimismo y el rencor, muy capaces de captar y transmitir que los conflictos de género, su origen y sus consecuencias, nos afectan a tod@s.
Y en esa misma sensibilidad incide sin repetirse en Te doy mis ojos, donde trabaja con material inflamable: el tema del maltrato en la pareja. Enciende hogueras en esa infame zona de sombra y sale sin quemarse, porque más allá de la previsible denuncia indaga en las preguntas pertinentes: ¿por qué una mujer aguanta una media de diez años junto a un hombre que la machaca? ¿por qué incluso muchas aseguran seguir enamoradas de su torturador? ¿y por qué estos hombres maltratan durante años a quién dicen querer con toda su alma?
La semilla de Te doy mis ojos está en el corto “Amores que matan”, rodado hace unos años por la misma directora y que recreaba una hipotética terapia de grupo entre maltratadores, idea que se recoge ahora de nuevo en el largo. La verdad del filme crece en escenas como esa en la que unos hombres de apariencia corriente, con una tosquedad o una cursilería que roza la comedia, reflexionan sobre su lado monstruoso guiados por un psicólogo. La verdad se multiplica en la muestra de esa periferia del maltrato, en los ojos que se apartan o en las familias que otorgan, en esa sutil permisividad social que se sostiene con frases como “una mujer nunca está mejor sola”.
Película de guión y personajes, Laia Marull y Luis Tosar, sus dos protagonistas, están magníficos, como muy justamente se les reconoció en el Festival de San Sebastián. Pero todo el reparto que les acompaña, desde una soberbia Candela Peña hasta una Kiti Mánver más convincente que nunca, sostiene la sólida candidatura de Te doy mis ojos a convertirse en la mejor película española de la temporada.
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