El viejo Marty de las malas calles

Por Carlos Aguilar Sambricio

Vibrante. Ese es el primer adjetivo que me viene a la mente cuando recuerdo la experiencia que fue el visionado de Infiltrados (The Departed). Una gratísima sorpresa proveniente de uno de los pesados pesados del celuloide americano. Sinceramente, rara vez un remake se toma la molestia de añadir un punto de vista diferente que sustente la idea de versionar una obra, pero Scorsese ha clavado una locura de película que no sólo sobrepasa al original, el filme hongkonés Infernal Affairs, sino que nos congracia con el mejor Scorsese, ese que no veíamos desde Casino.

No sé si Scorsese estaba buscando su tan merecido Oscar, pero tanto El aviador como especialmente Gangs of New York dejaban la sensación agridulce de estar viendo un producto fabricado sin la marca inconfundible de un autor. Cuando ves Infiltrados no tienes la menor duda de estar viendo una peli de Scorsese. Volver a las malas calles, en este caso de Boston, quizás le ha servido de terapia para reencontrarse a sí mismo y hacer lo que mejor sabe : un violentamente orquestado thriller que no te deja un momento para respirar.

Una verdadera montana rusa llena de talento cinematográfico puesta al servicio de una compleja historia de identidades subterráneas. El guionista William Monaghan toma como punto de partida la base del original para crear un trabajo sobresaliente que se distancia de él en tono y desarrollo interno de tal manera que se erige como filme independiente. Dicen que Monaghan no vio Infernal Affairs previamente y que partió simplemente del esquema general de la misma. Cierto o no, el resultado es ciertamente original y sorprendente, teniendo en cuenta que yo ya conocía la historia.

Más allá de esa urgente cualidad que posee la cinta y del descarado tratamiento de las relaciones intepersonales, Scorsese pone el acento en el aspecto trágico y en las implicaciones morales. En cualquier caso, Infiltrados es impactante incluso en el aspecto cómico, como solía serlo el Marty de los buenos tiempos, lo cual suaviza el tono trascendente que podría dar lugar el planteamiento inicial. A ello contribuyen unos sensacionales personajes secundarios que trivializan los temas principales para reducirlo a un viaje fílmico condenadamente entretenido y, por momentos, hilarante.

Es motivo de alegría poder dar la bienvenida al viejo Scorsese. Se nota que se lo ha pasado en grande al hacer la película. Y lo mejor de todo es que yo también.

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