Mark Ruffalo

Un actor carismático

David Montero -

A los aficionados a la mitología del cine nos gusta creer que el carisma y el talento son dones naturales e inmediatamente reconocibles. Ciertos rostros en la pantalla de cine nos invitan sin duda a pensar así. Con envidia, imaginamos la secreta revelación de alguno de los espectadores que a comienzos de la década de los cincuenta acudieron a algún destartalado teatro off Broadway y se encontraron allí a Marlon Brando interpretando una obra escrita por un dramaturgo debutante. El joven Brando, aún no tocado por el éxito, emanando la fuerza de alguien que iba a cambiar el significado de la palabra interpretación. Sin embargo, es más que probable que, de haber estado allí, la mayor parte de nosotros se hubiese ido a casa con la sensación de haber visto a un actor de segunda, en un teatro de segunda, despotricando contra un decorado que no estaba lo suficientemente logrado.

Es una historia que le debe dar risa a Mark Ruffalo cada vez que algún productor o periodista compara su presencia en pantalla con la del mismísimo Brando. Quizás, pienso yo que pensará él, gané ese carisma, esa presencia en pantalla que ahora todos destacan, durante los nueve años que pasé trabajando como camarero en Beverly Hills, a la espera de una oportunidad que nunca llegaba. Una espera en la que, según sus propias cuentas, fue rechazado en más de 800 audiciones, casi seguro que por razones entre las que no habrá faltado una terrible y evidente falta de carisma.

Y es que las oportunidades han llegado muy despacio y con muchas complicaciones en la vida de este actor vocacional, hermano de tres peluqueras y producto de la famosa escuela de Stella Adler en Los Angeles, donde coincidió con otro heredero de Brando, Benicio del Toro. Curtido en las tablas del teatro alternativo, su primer éxito de cierta importancia en Broadway llegó en 1996 con ‘This is Our Youth’, una obra dirigida por el joven dramaturgo Kenneth Lornegan. A pesar de la buena acogida de la obra y de las ganas de Ruffalo por trabajar en el cine, tuvo que ser el propio Lornegan quien le diese un papel a la medida de sus deseos en Puedes contar conmigo (2000), donde Ruffalo da vida a un joven rebelde que regresa al pequeño pueblo en el que se crió. Fue el primer destello del actor carismático que Hollywood reconoce como uno de sus valores emergentes.

A partir de ese momento, ha trabajado duro en su afán por no encasillarse, combinando comedias (¡Olvídate de mí!, El sueño de mi vida), cine bélico (Windtalkers, La última fortaleza) y cine de acción (Collateral) con trabajos dentro de la escena independiente, donde destacan sus interpretaciones en Mi vida sin mí (2003) de Isabel Coixet y XX/XY (2002) del debutante Austin Chick. Sin embargo, su interpretación más destacada hasta la fecha ha sido bajo la dirección de la australiana Jane Campion en el thriller In the Cut (2003) en el que interpreta a un oscuro detective de policía que se ve involucrado en un affair en medio de una investigación criminal. El futuro nos dice que aún escucharemos hablar mucho de Mark Ruffalo. Por lo pronto para el próximo año tiene previsto el estreno del próximo proyecto del director y guionista Steve Zaillian , All the King’s Men, donde coincidirá con Sean Penn y Jude Law y también podremos verle en el thriller Zodiac, lo nuevo de David Fincher. Para abrir boca, se estrena esta semana Ojalá fuera cierto en la que Ruffalo se enamora del espíritu de Resee Weatherspoon. Una oportunidad de ir viendo al que sin duda será uno de los actores más carismáticos del nuevo Hollywood.

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