En 1995, apenas terminados sus estudios en el American
Film Institute de Los Angeles, el director Eduard Bosch rodó
un mediometraje en 16 milímetros que narraba la historia
de una joven vasca que llevada por su idealismo acababa integrándose
en la organización terrorista ETA. Sin embargo, pese a
que la cinta obtuvo buenas críticas e incluso varios reconocimientos,
tanto su director como el productor Ángel Blasco se quedaron
con la sensación de que una historia así merecía
un tratamiento más profundo.
Por
este motivo, hace algo más de un año ambos profesionales
volvieron a ponerse detrás de las cámaras de cine;
el resultado es El viaje de Arián, un largometraje
rodado en 35 milímetros entre Barcelona, Navarra y Bayona,
que se estrenará el próximo cuatro de mayo.
El filme narra la historia de Arián, una
joven vasca que milita en grupos de ultraizquierda y participa
en la violencia callejera. Enamorada de un terrorista conocido
como Vivaldi, comienza a realizar tareas de información
para ETA. Cuando tras una manifestación es identificada
por la Policía, Arián abandona su casa y se refugia
en el piso franco de un comando etarra. Así comienza un
viaje sin retorno que la lleva a participar en el secuestro de
la hija de un industrial.
Para su debut en el largometraje, Eduard Bosch
se ha rodeado de un grupo de actores que incorpora bastantes caras
conocidas. La actriz Ingrid Rubio (Más que amor, frenesí,
Sé quién eres) interpreta a Arián,
mientras que Silvia Munt y Abel Folk dan vida a Mayte y Vivaldi,
dos de sus compañeros de comando. Txema Blasco, Carlos
Manuel Díaz y Laia Marull, reciente vencedora del Goya
a la actriz revelación por su papel en Fugitivas,
completan el reparto.
En
esta película, Bosch se ha basado en sus experiencias mientras
estudiaba Periodismo en la Universidad de Pamplona. El director
catalán explica que en El viaje de Arián
no le preocupa tanto la reflexión ideológica subyacente
como las decisiones que sus personajes pueden llegar a tomar para
defenderlas. Algo que se resume en la advertencia que hace su
padre a Arián cuando se escapa de casa: "Siempre he estado
dispuesto a morir por mi tierra, pero no a matar por ella".
Y es que si algo quieren dejar claro los productores
de El viaje de Arián es que la cinta huye en todo
momento del maniqueísmo y busca los motivos profundos que
llevan a los violentos a actuar como tales. En definitiva, una
aproximación a un conflicto espinoso como es el del País
Vasco, que apenas había tenido reflejo en el cine español
desde Días contados, de Imanol Uribe.
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