Por Manuel Ortega
Verhoeven merecía un estudio sobre su obra en español.
Y además necesitaba un estudio bueno, veraz, coherente, alejado
tanto del freakismo onanista como del academicismo pulcro, pero
decididamente, onanista. Y quién mejor que uno de los críticos
más valientes, preclaros e inteligentes de nuestro país, colaborador
de Dirigido por... y redactor de Imágenes, Tomás Fernández Valentí,
que después de deleitarnos con su trabajo sobre un director clásico
de los que en lo cinéfilamente correcto cotiza a la baja (David
Lean. La emoción y el espectáculo, Ed Dirigido, 2000) ahora la
emprende con otro de los creadores denostados por la "inteligentzia"
y por el cinéfilo de manual y gesto de intelectual procupado.
Y tanto la inteligencia intelectual como la cinefilia cinéfila
tendrían que rendir, si no pleitesía, al menos atención a uno
de los directores más inteligentes y cinéfilos de su generación.
Como en este magnífico libro se hace.
La conjunción de un director tan interesante con un
crítico tan audaz en una colección tan cuidada (quinto estudio
monográfico de Widescreen de Glénat, imprescindible como los otros
4) sólo podía dar como fruto un apasionante recorrido por la vida
y la obra de un autor controvertido y que ha hecho del cinismo,
la incorrección y la calidad, el leif motiv de una escasa filmografía
fundamentada tanto en su stajanovista capacidad de trabajo, como
en la modestia de sus pretensiones y declaraciones. Uno de los
libros que cualquier aficionado al cine, que no se deje arrastrar
por prejuicios ni modas, tendría que lucir con orgullo en el centro
de sus estanterías.
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