Cuarta crónica: De Dick Maas a Xavier Gens
Julien Maury y Alexandre Bustillo reivindican en Livide al Dario Argento más clásico.
Javier Pulido
Livide
(Julien Maury y Alexandre Bustillo)
Avanzábamos en la pieza pre-festival que Livide auguraba un maridaje feliz
entre las texturas clásicas de la Hammer y el barroquismo colorista
de Mario Bava. Pero lo cierto es que la nueva película del tándem
galo Maury-Bustillo es en realidad una digna sucesora de los filmes
del mejor Dario Argento, como Rojo oscuro o, especialmente,
Suspiria. A ésta última lanza varios guiños, como la maligna
presencia de una bruja centenaria de respiración agitada, la iluminación
de las escapadas oníricas y las crudas escenas ambientadas en clases
de danza. Livide, una poderosa relectura del cuento de Hansel
y Gretel, no es tan extrema visualmente como À
l'intérieur, y suponemos que desconcertará a muchos de sus entusiastas,
pero reescribe con hábil caligrafía los hallazgos de determinadas
filmografías de terror de los 70 precisamente en unos tiempos en que
la tendencia a la globalización acaba generando producciones uniformes
a ambos lados del Atlántico.
Saint
(Dick Maas)
A falta de un nuevo título
de Carpenter que llevarse a la boca este año en Sitges, tocaba conformarse
con lo último del holandés Dick Maas. Como apunta el amigo Manuel Ortega, Saint evoca texturas y acumula guiños
genéricos de algunos de los primeros títulos del neoyorquino como
La noche de Halloween y La niebla,
aunque carezca de sus lecturas sociológicas. Por momentos, la propuesta
de Maas juega a ser una parodia del slasher a través de la figura
de la némesis de la función, un San Nicolás vengador, encabronado
y comeniños (como ya hiciera el año pasado la película ganadora del
Festival Rare Exports: A christmas tale), pero finalmente renuncia
a este espíritu gamberro para convertirse en un thriller de
estructura funcional y rodado con oficio de artesano convencido.
The moth diaries
(Mary Harron)
Mary Harron ya avisaba
al inicio de la proyección de su nueva película que no debíamos esperar
de su último título la truculencia de American Psycho, sino
un melodrama dirigido al público adolescente. The moth diaries
se inscribe, sí, en la liga de vampirismo adolescente y aséptico de
Crepúsculo, pero es más aprovechable de lo que parece a simple
vista, gracias a su puesta al día de relatos góticos seminales como
Carmilla. Harron se vale de algunos de los principales motivos del
cine vampírico para ofrecer un, a ratos delicado, a ratos demasiado
subrayado, fresco de algunas de las angustias de la adolescencia: la
pulsión homosexual reprimida, el despertar sexual, el dolor que provoca
la pérdida de las amistades de la infancia y el desconcierto ante la
figura de la ausencia de la figura paterna.
Starcrash
(Luigi Cozzi)
Las sesiones paralelas
de los cines Prado y Retiro son, a veces, el antídoto perfecto
para desconectar de la apretada agenda de la sección oficial y disfrutar
de placeres culpables como StarCrash, un exploit italiano
de manual firmado en 1979 por Luigi Cozzi. La recordábamos con cariño
como esa inenarrable copia de Star Wars protagonizada por David
Hasselhoff que nos tragamos de niños en un cine de barrio, pero al
volverla a ver la encontramos más cerca del espíritu camp de Barbarella,
capaz de aunar en una misma secuencia a amazonas alienígenas y homenajes
chapuceros al stop-motion manual del maestro Harry Harryhausen.
Como ni el propio Cozzi se la tomó nunca en serio (“siempre fui consciente
de que la película era una sucesión de tonterías”, nos contaba),
no nos dolieron prendas al reír a carcajadas con este cóctel de
zooms a destiempo, frases grandilocuentes, villanos risibles y efectos
especiales chuscos, que en la edición remasterizada resultan aún más
delirantes.
Bollywood: The greatest
love story ever told (Rakeysh Omprakash Mehra)
El año pasado, el documental
Machete Maidens unleashed! dignificaba en Sitges la serie Z que
impulsaron y apadrinaron aventureros como Roger Corman. Una propuesta
que contrastaba imágenes descacharrantes de archivo con intervenciones
didácticas de los protagonistas del cine de exploitation rodado
en Filipinas durante los 70 para ahorrar costes. Bollywood: the greatest
love story ever told tenía a priori todas las papeletas para ser
una apuesta igual de segura y ganadora, pero ha supuesto una de las
decepciones de nuestra quiniela. Se nos asegura al comienzo del documental
que Bollywood es la industria de cine más importante del mundo, con
más de dos mil millones de espectadores. Una hora y media no tenemos
muchos más datos, porque el metraje se desaprovecha en vistosos, pero
larguísimos, montajes de los bailes coreografiados tan clásicos de
la industria.
The divide
(Xavier Gens)
La crisis socio-económica
mundial de esta primera década del siglo XXI está propiciando
un sinfín de reflexiones fílmicas sobre el apocalipsis, una vez finiquitada
por agotamiento la explosión del cine zombi de los últimos años.
Es el caso de The divide, en la que Xavier Gens encierra a un
grupo de supervivientes del holocausto nuclear en un espacio claustrofóbico
para dejar que se despedacen sin piedad. Hablamos de una muestra de
cine de género en su versión más formulaica, que a ratos parece una
versión con más presupuesto de la película española de Profilmes
El refugio del miedo, aunque finalmente se resuelva por la vía
del exceso a la que parece abonada cierta línea del terror francés
de los últimos años. Nos convence porque es al menos tan efectiva
como efectista, y porque aunque no sea capaz de esconder sus costurones
es capaz de mantener el tipo y el interés ahí donde naufragaba la
anterior producción de Gens, Frontière(s).
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