A cambio de un dólar al día, el chico se encarga de llevar al niño cojo al colegio y de recogerle, como si de un caballo se tratara. Mientras lo lleva a la espalda, suele echar carreras con los burros y caballos que se encuentra por el camino. Baña, lava y prepara al niño para empezar el día. Pero el niño cojo no es feliz, pues el chico no se ha convertido en caballo como él deseaba...
Comentario
Samira Makhmalbaf es una de las representantes del cine iraní, integrante de una familia dedicada al cine, Éste es su cuarto largometraje, tras la película A las cinco de la tarde. La cinta, que fue presentada en el Festival de San Sebastián, tiene guión de su padre Mohsen, quien le animó a dirigir la historia. La hija tenía reticencias ya que era un retrato pesadillesco, amargo y desesperanzador, pero también le pareció más real que la realidad misma, y no pudo evitar caer en la tentación de llevarla a cabo. “El hombre se convierte poco a poco en animal bajo la opresión de un poder creado por él mismo –comenta la directora-. Pero me parece que convertirse en la montura de otro sólo puede pasar si ambos, caballo y jinete, han cambiado antes de naturaleza”. Samira buscó actores en las calles de unas diez ciudades afganas. Especialmente, necesitaba dos actores poco convencionales: un niño que ha perdido las piernas por una mina y que es a la vez débil pero poderoso, y otro niño para el que hace de caballo que debían comportarse como tal de forma convincente.
Curiosidades
El rodaje de la película no fue fácil. En primer lugar, el gobierno iraní no le dio permiso para grabar en su país, por lo que lo hizo en Afganistán, como la última vez. Además, durante el rodaje hubo seis heridos por el estallido de una bomba.