Tiburón, en las garras del hombre (2006)

Sinopsis

Una aventura submarina para explorar a los tiburones acaba convirtiéndose en un hermoso y peligroso viaje a través del equilibrio de la vida en la Tierra. Un conflicto entre la Sociedad de Conservación de los Mares y los cazadores furtivos de Guatemala que resulta en persecuciones de embarcaciones, asaltos piratas, espionaje, intentos de asesinato y juicios corruptos.

Comentario

Fascinado desde pequeño por los tiburones, el director canadiense Rob Stewart desacredita con este documental los estereotipos históricos y la imagen que muestran los medios de comunicación de los tiburones como monstruos sedientos de sangre. A través de su narración, pretende revelar que la realidad no puede estar más lejos de esa imagen, y que estas criaturas son pilares de la evolución de los océanos y que son ellas las víctimas de los seres humanos. Lo cierto es que si ya de por sí los tiburones nunca han sido un animal muy querido por la gente –esos largos dientes no ayudan-, la película de Steven Spielberg Tiburón marcó a finales de los 70 un antes y un después en la sensibilización social hacia estos animales, jalonada desde entonces por el pánico y el terror. Stewart, cuya carrera hasta ahora ha sido reconocida por su labor como fotógrafo y biólogo marino, realiza aquí su primer largometraje, aunque anteriormente ha grabado cosas para el Discovery Channel, la ABC o el BBC Wildlife. La cinta, además de reivindicar una imagen más positiva de los escualos, pretende denunciar el lado oscuro del boyante negocio de las aletas de tiburón (la sopa de aleta de tiburón se cotiza muy alto en el continente asiático). “Cuando llegué a las islas del norte de las Galápagos, lo que encontré fueron 200 tiburones muertos sin aletas en el fondo del mar y largas líneas de anzuelos, técnica de pesca prohibida en Galápagos. Fue entonces cuando me di cuenta de que los tiburones están realmente en problemas”, explica Stewart. La obra, que se rodó a lo largo de 5 años, fue proyectada en el Festival de Toronto y en la 15ª Edición del Festival Internacional de Cinema del Medi Ambient de Catalunya (FICMA 08). El documental ha sido rodado en los mares de la Isla del Coco en Costa Rica y en los de las Islas Galápagos.