La emperatriz Sissi y su enamorado Franz viven felizmente en un tranquilo palacio, donde el vals y la pasión se mezclan con sus divertidos y alocados sirvientes. Su vida se ve alterada cuando el Yeti secuestra a Sissi y el valiente emperador Franz tiene que partir a su rescate a pesar del peligro que eso entraña. Decidido a salvar a su romántica princesa y devolverla a palacio, Franz deberá enfrentarse al horripilante, aunque tierno, abominable hombre de las nieves; y descubrirán un secreto muy muy especial.
Comentario
El salto que está dando la animación europea para colocarse en la misma liga que los japoneses y los americanos es encomiable aunque por ahora han sido sólo los franceses los que han proporcionado títulos de entidad. El reino de los chiflados ha contado con repercusión en Alemania, su país de origen, pero no ha sido bien recibida internacionalmente, lo cual no quita que, dadas las fechas en las que nos encontramos, no vaya a tener su hueco en la taquilla. Al fin y al cabo, a los niños siempre les atrae un cuento de aventuras con un héroe y una princesa a la que salvar de las fauces de un monstruo. En este caso, la obra mezcla la historia de Sissí Emperatriz con el Yeti, el abominable hombre de las nieves, en una especie de fusión tradicional propia de la herencia que ha traído la saga Shrek, a la que sin duda tiene como referencia visual también. Sin la carga metarreferencial de ésta, sí que adopta un tono irónico y de parodia respecto a las diferentes películas que se han hecho de Sissí. La cinta está dirigida por Michael ‘Bully’ Herbig, que presenta así su segundo trabajo tras la obra de acción real El tesoro de Manitu, y que ahora está trabajando en una adaptación de ‘Vicky el Vikingo’. ‘Bully’ es una estrella en Alemania gracias a su carrera como cómico. De hecho, esta película se basa en uno de sus sketches. La versión española cuenta con las voces de Florentino Fernández, Anabel Alonso, Josema Yuste, Carlos Isbert y Abraham Aguilar.
Curiosidades
El director demandó en su momento a la compañía de videojuegos Take Two cuando sacó un juego cuyo nombre se titulaba ‘Bully’. El director parecía entender que la palabra ‘Bully’ era una marca registrada suya y no quería estar asociado a un juego violento.