Estamos en 1983, y los colegios están de vacaciones. Shaun es un niño solitario de 12 años que crece en un pueblo costero muy gris, cuyo padre ha muerto en combate en la guerra de Las Malvinas. En el transcurso de esas vacaciones, encuentra nuevos modelos masculinos cuando le “adoptan” los cabezas rapadas locales. Con sus nuevos amigos, Shaun descubre un mundo de fiestas, conoce su primer amor y descubre los encantos de las botas Dr. Martins. Es entonces cuando conoce a Combo un skin racista, mayor que él, que acaba de salir de la cárcel. Mientras la banda de Combo acosa a las minorías étnicas locales, todo parece preparado para el arranque de un proceso de maduración que llevará a Shaun de la inocencia a la experiencia.
Comentario
La gran vencedora de los recientes BIFA, los premios de cine independiente británico donde se llevó el galardón a Mejor Película y Actor Revelación, se estrena ahora en España después de un año donde ha cosechado excelentes críticas, tanto en su estreno en salas como en festivales como el Berlín o Toronto. Shane Meadows es uno de los cineastas más interesantes del nuevo cine de las islas. Trabajos como TwentyFourSeven o Dead Man´s Shoes le han ayudado a labrarse un prestigio y poder acometer esta su obra más personal, pues el director conocimiento el movimiento ‘skin’ desde dentro. “Todo el mundo esperaba algo entre The Footbal Factory y Romper Stomper. La violencia en la película no tiene su origen en el hecho de que ellos sean skins. La violencia tiene que ver con la tortura personal”, señala Meadows, cuya película también se ha comparado a American History X o El odio (La Haine). Ambientada en 1983, nos transporta, en un viaje nada nostálgico, a la época thatcherista y a un microcosmos de violencia, delincuencia y marginalidad entre las clases trabajadoras inglesas, temas recurrentes en sus películas. El peso de la película lo lleva el prometedor Thomas Turgoose, quien es acompañado por Stephen Graham, Frank Harper o Perry Benson.
Curiosidades
El film vuelve la vista a unos años que también sirvieron a Full Monty para denunciar la precariedad del estado social del régimen de la conservadora Thatcher.